Cartas al director

Selectiva y aleatoria

General Perón esquina a Castellana, tres y veinte de la tarde. Me dirijo de vuelta a casa después de salir del edificio de Telefónica. Un agente de la Policía Nacional me pide el DNI, le preguntó a qué es debido y me contesta que es una identificación selectiva y aleatoria que hacen diariamente. Hay otras dos personas retenidas conmigo: la primera, a la que no conozco, lleva ya varios minutos esperando la identificación; la otra es una compañera de trabajo que muestra signos de perplejidad. Miramos a los policías, que no llevan identificación visible. Siempre he pensado que esto se parece bast...

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General Perón esquina a Castellana, tres y veinte de la tarde. Me dirijo de vuelta a casa después de salir del edificio de Telefónica. Un agente de la Policía Nacional me pide el DNI, le preguntó a qué es debido y me contesta que es una identificación selectiva y aleatoria que hacen diariamente. Hay otras dos personas retenidas conmigo: la primera, a la que no conozco, lleva ya varios minutos esperando la identificación; la otra es una compañera de trabajo que muestra signos de perplejidad. Miramos a los policías, que no llevan identificación visible. Siempre he pensado que esto se parece bastante a un Estado policial. Pasan los minutos. Mientras, escuchamos por la radio que portan cómo retienen a otros ciudadanos en diferentes puntos de la ciudad. Por mi mente pasan recuerdos recientes como cuando la policía agredió salvajemente a un compañero, que se manifestaba contra la construcción de la presa de Itoiz. Después de 25 minutos de espera, nos da el visto bueno. Nos alejamos con la sensación de que lo que pretenden es que creamos que todos somos sospechosos... hasta que no se demuestre lo contrario.

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