Tribuna:

¿Debe pedir perdón la Iglesia por la guerra civil?

Llama la atención la mala memoria de algunos políticos, comentaristas e incluso historiadores. Y también llama la atención la falta de seriedad de algunos periodistas, sobre todo si son jóvenes, a la hora de investigar el pasado reciente: les es más sencillo hacer un par de preguntas, con el magnetofón en la mano, a unas cuantas personas que les "suenan" como enterados de un tema que trabajar e investigar el tema en cuestión acudiendo incluso a las hemerotecas de sus propios medios. Y de esta manera se construyen largos artículos, sobre temas importantes, sin más fundamento que las respuestas ...

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Llama la atención la mala memoria de algunos políticos, comentaristas e incluso historiadores. Y también llama la atención la falta de seriedad de algunos periodistas, sobre todo si son jóvenes, a la hora de investigar el pasado reciente: les es más sencillo hacer un par de preguntas, con el magnetofón en la mano, a unas cuantas personas que les "suenan" como enterados de un tema que trabajar e investigar el tema en cuestión acudiendo incluso a las hemerotecas de sus propios medios. Y de esta manera se construyen largos artículos, sobre temas importantes, sin más fundamento que las respuestas improvisadas de cinco o seis personas que, por teléfono o en persona, han respondido, sin pensarlo dos veces, lo qué les ha venido a la cabeza en aquel momento. Ya hace años que un sociólogo belga decía que "dar respuestas sencillas a temas complejos siempre da lugar a la mayor demagogia". Viene a cuento este comentario después de leer, en EL PAÍS del domingo 12 de octubre de 1997, un artículo de una periodista joven, sin duda brillante y con la mejor voluntad, que nos ofrecía un collage de respuestas de varias personalidades sobre la cuestión de si la Iglesia debería pedir perdón por su actuación durante la guerra civil. En estas fechas un político volvía a insistir sobre el tema...Daré algunos pormenores sobre un hecho en el que el referido artículo apenas se detenía. En septiembre de 1971, después de realizar una encuesta a todos los sacerdotes de España (cuyos resultados en relación con el tema que comentamos asombrarían a no pocos periodistas jóvenes que se dejan llevar fácilmente por tópicos y prejuicios), después de meses de trabajo en equipo realizado en la base, en cada diócesis y en cada provincia eclesiástica, con la aprobación de la Santa Sede y bajo la dirección de la Conferencia Episcopal Española y de la Comisión Episcopal del Clero (de la que formaban parte los cardenales Tarancón, Quiroga y Tabera), se reunían en el Seminario de Madrid los obispos de España y unos 180 sacerdotes, representantes elegidos democráticamente por el resto del clero español, para celebrar la Asamblea Conjunta de Obispos y Sacerdotes.

Basta leer las Confesiones del cardenal Tarancón o el libro homenaje al cardenal Tarancón publicado por el Consell de Cultura de la Generalitat de Valencia para tomar conciencia de la importancia de aquella asamblea y las dificultades que la Iglesia tuvo que vencer y los ataques que tuvo que soportar por parte del régimen, de sus autoridades y de los sectores más conservadores de la propia Iglesia.

Y basta leer el libro titulado Asamblea conjunta de obispos-sacerdortes, publicado por la BAC en octubre de 1971, para informarse debidamente de lo que se trató en aquella reunión y del talante de la mayor parte de los componentes de la Iglesia, en el nivel de obispos y sacerdotes, en relación con lo que hoy se exige a la Iglesia.

La conclusión 34 a de la Ponencia la, titulada Iglesia y mundo en la España de hoy, sometida a votación de la asamblea, decía lo siguiente: "Si decimos que no hemos pecado, hacemos a Dios mentiroso y su palabra ya no está en nosotros" (1 Jn. 1, 10). "Así, pues, reconocemos humildemente y pedimos perdón porque nosotros no supimos a su tiempo ser verdaderos ministros de reconciliación en el seno de nuestro pueblo, dividido por una guerra entre hermanos".

Votaron "Sí" 137 asambleístas; "No", 78; luxta modum, 19 (que son afirmativos, pero con una propuesta de modificación); en blanco, 10, y fueron nulos, 3. El reglamento exigía para que una propuesta fuera incorporada a las conclusiones definitivas dos tercios de votos afirmativos. La propuesta obtuvo 156, es decir ocho menos que, los exigidos...

Pero creo que nadie podrá negar honestamente que una amplísima mayoría de obispos y sacerdotes, el 63% en concreto, aprobamos la propuesta. En segunda votación se alcanzó un porcentaje parecido, sin que se llegara a los dos tercios reglamentarios.

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En consecuencia, podemos decir que lo que ha hecho ahora el Episcopado francés lo hicieron, por tanto, en 1971, los obispos y sacerdotes de la Iglesia en España. ¿0 es que aquello tampoco fue suficiente?

¿Y cuándo se va a oír una voz que pida a "las izquierdas" de los años treinta (socialistas, comunistas, anarquistas ... ) que pidan perdón por las decenas de obispos, miles de sacerdotes, religiosos, religiosas, monjes, seminaristas y decenas de miles de seglares cristianos que fueron ejecutados simplemente por ser creyentes? ¿0 es que esto último fue correcto y positivo para la convivencia entre los españoles? ¿Y qué decir de la destrucción de templos, monasterios, imágenes, conventos, sagrarios, ornamentos, cuadros, objetos litúrgicos, bibliotecas, etcétera, algunos de gran valor histórico y artístico, simplemente porque se relacionaban con la Iglesia?

Produce una gran tristeza cuando se comprueba el interés de muchos "izquierdas" o "derechas" en mantener viva la ruptura de "las dos Españas", en no perdonar ni olvidar, en seguir odiando y descalificando, en conservar el rencor y aumentarlo si es posible, en esforzarse en "humillar" a los "otros" cómo sea y cuándo sea...

¡A muchos, cristianos o no, nos sigue doliendo España!

Ramón Echarren Ystúriz es obispo de Canarias.

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