Bruselas pide a Estados y empresas un esfuerzo mayor para preparar el euro

La Comisión Europea aprobó ayer una declaración en la que insta a los Estados miembros y a las empresas a acelerar los trabajos de preparación para la introducción del curo. Bruselas pide un esfuerzo especial en la legislación sobre administraciones públicas, la preparación del periodo de coexistencia entre el curo y las divisas actuales y la puesta en marcha por las empresas de los cambios informáticos necesarios.

Aunque los acuerdos políticos siguen su curso, la preparación técnica del cambio de divisa no parece tan avanzada. El comisario de Asuntos Monetarios, Yves-Thibault de Silguy...

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La Comisión Europea aprobó ayer una declaración en la que insta a los Estados miembros y a las empresas a acelerar los trabajos de preparación para la introducción del curo. Bruselas pide un esfuerzo especial en la legislación sobre administraciones públicas, la preparación del periodo de coexistencia entre el curo y las divisas actuales y la puesta en marcha por las empresas de los cambios informáticos necesarios.

Aunque los acuerdos políticos siguen su curso, la preparación técnica del cambio de divisa no parece tan avanzada. El comisario de Asuntos Monetarios, Yves-Thibault de Silguy, instó a los Quince y a las empresas a acelerar todos esos trabajos.Los Estados deben publicar planes comprensibles o textos jurídicos para explicar la adaptación de las Administraciones públicas, sobre todo en lo referente a los métodos de contabilidad y a las declaraciones fiscales en euros.

También es competencia suya especificar el régimen que será aplicado a las emisiones de deuda pública. O decidir, antes de final de año, el diseño de la cara nacional de las monedas del euro para que pueda empezar su fabricación en cuanto se haya realizado la criba de países que entrarán desde la primera fase en la moneda única, en la primavera de 1998.

Otros aspectos de competencia nacional son los regímenes fiscales que deben aplicarse a los costes que soportarán las empresas por el cambio de moneda. Unos costes que De Silguy admitió que son "muy difíciles de calcular" y que dependerán, en gran medida, de la eficiencia de las medidas que se adopten cada país y en cada empresa para amoldarse al curo.

Fecha incómoda

También es importante a ojos de Bruselas que se decida cuanto antes la fecha exacta en que desparecerán las divisas nacionales. El Tratado habla del 1 de enero del 2002, pero los expertos han alertado hace ya tiempo sobre el peligro de realizar el cambio precisamente en esa fecha.Pese a tener un alto valor simbólico, el 1 de enero es festivo en toda la Unión Europea. A ello se añade el hecho de que los primeros días de enero son fechas de rebajas en los comercios y este sector reclama que el cambio se retrase hasta el 1 de febrero para evitar complicaciones.

Las empresas deben prepararse, sobre todo, en el terreno informático. El periodo transitorio que permitirá que curo y divisa nacional coexistan entre 1999 y el 2002 coincide con el cambio de milenio, lo que supone un problema añadido a las dificultades que provocará en gran número de programas informáticos la transición de un milenio a otro.

El comisario Martin Bangemann invitó a las empresas a acelerar sus trabajos en ese sentido y a prestar a esos problemas más atención. La banca ya ha tomado conciencia de la envergadura del problema informático, pero no parece ser el caso de las pequeñas y medianas empresas.

Para el comisario Bangemann, la transición al euro no se podrá realizar sin la, informática. "Para una empresa, no tener ordenador será como no tener teléfono", advirtió.

Los problemas informáticos que se plantean son muchos y muy diversos. Desde el tratamiento a aplicar a los redondeos a la necesidad de una doble contabilidad en euros y moneda nacional durante el periodo transitorio, en el que nadie estará obligado a hacer las cuentas en la moneda única pero cualquiera podrá hacerlo si es su deseo.

Otro problema será la introducción de decimales en los países en los que la moneda actual tiene un valor muy débil frente al curo, como España, Bélgica e Italia. O la adaptación de las cajas registradoras y los distribuidores automáticos de artículos de consumo o de dinero. O la adopción por la Unión Europea de un símbolo del curo, como existe ya el del dólar, el de la libra esterlina o el del yen. Y así muchísimos más.

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