Tribuna:

Resistencia

En el norte del Sur (en el norte de Argentina, para ser exactos) hay una ciudad que se llama Resistencia. Es tierra selvática y fronteriza, poblada de yacarés (caimanes) y cortada por las turbulentas aguas del Paraná, que es un río de color león, pardo e inmenso.En ese pequeño confín del planeta acaba de celebrarse el II Foro por el Fomento de la Lectura. -El padre del encuentro es el estupendo escritor Mempo Giardinelli, oriundo del lugar; y la organización corre a cargo de la universidad argentina del Nordeste. Llevo muchos bolos a las espaldas, pero les aseguro que nunca he visto nada semej...

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En el norte del Sur (en el norte de Argentina, para ser exactos) hay una ciudad que se llama Resistencia. Es tierra selvática y fronteriza, poblada de yacarés (caimanes) y cortada por las turbulentas aguas del Paraná, que es un río de color león, pardo e inmenso.En ese pequeño confín del planeta acaba de celebrarse el II Foro por el Fomento de la Lectura. -El padre del encuentro es el estupendo escritor Mempo Giardinelli, oriundo del lugar; y la organización corre a cargo de la universidad argentina del Nordeste. Llevo muchos bolos a las espaldas, pero les aseguro que nunca he visto nada semejante a esto. Durante tres días, y desde las nueve de la mañana hasta la noche, casi mil personas asistieron a las ponencias: un público atento, puntual y resistente, heroico en su paciencia. Muchos eran maestros de la zona, pagados con sueldos miserables pero capaces de quemarse el corazón con tal de descubrir cómo enseñar mejor para sacar a sus alumnos del subdesarrollo. Nadie obtiene dinero con este asunto: ni la universidad, que no cobra entrada, ni Mempo y sus colaboradores, que trabajan gratis. Gracias a su esfuerzo sobrehumano llegaron a Resistencia 27 ponentes de, diversos países: de Argentina, Chile, Uruguay, España; de Brasil, Paraguay, México, Ecuador; de Estados Unidos, Venezuela y Puerto Rico. Tantos acentos distintos, tantas palabras vivas, porque la audiencia las insuflaba de alma. Acostumbrada a los ortopédicos actos culturales de los países ricos, convocados mayormente para engordar el currículo, me alivió comprobar que aún existe gente que aspira a la sabiduría, esa virtud activa, opuesta a la erudición, que aúna la comprensión y la compasión. Todas esas personas tan hermosas, al otro lado del mundo, en el remoto norte del olvidado Sur, entre caimanes.

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