Tribuna:AULA LIBRE

Educación y Constitución

El artículo 27 de la Constitución contiene en su apartado segundo el principio de enculturación democrática: "La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y deberes fundamentales". Compárese este precepto con su antecedente inmediato de la Ley General de Educación de 1970, que entre los fines de ésta establecía: "La preparación para el ejercicio responsable de la libertad, inspirado en el concepto cristiano de la vida y en la tradición y cultura patrias".La filosofía de la educación suby...

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El artículo 27 de la Constitución contiene en su apartado segundo el principio de enculturación democrática: "La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y deberes fundamentales". Compárese este precepto con su antecedente inmediato de la Ley General de Educación de 1970, que entre los fines de ésta establecía: "La preparación para el ejercicio responsable de la libertad, inspirado en el concepto cristiano de la vida y en la tradición y cultura patrias".La filosofía de la educación subyacente en la legislación franquista era radicalmente opuesta a la que informa el texto constitucional y, sin embargo, en la práctica, se corre el riesgo de conformar nuestro sistema educativo conforme a aquélla.

, La Constitución recoge la ideología propia de la Ilustración que concibe la educación como un instrumento para formar hombres y mujeres libres. Hombres y mujeres que de no ser por su sumisión a un proceso educativo obligatorio vivirían permanentemente esclavos de los prejuicios y de las supersticiones, y encadenados a una tradición local de la que difícilmente lograrían escapar. La legislación franquista, por el contrario, aspira conservar esas cadenas, denominadas entonces "concepto cristiano de la vida" y "tradición y cultura patrias". El peligro consiste en que estas cadenas vuelvan con otros nombres.

I. El proceso de descentralización política del Estado, en lo que al sistema educativo se refiere, ha permitido a las comunidades autónomas utilizar sus competencias sobre educación y cultura para fomentar lo particular, lo propio. Se ha olvidado de forma clara que, como subraya Savater en El valor de educar, su último y brillante ensayo sobre la educación, "educar es universalizar". La obsesión por "lo diferencial" es tal que, cuando esto no existe o ha sido borrado por la historia, sencillamente se ha llegado a la pura invención. En aras de esos "hechos diferenciales", los estudiantes ven transformados los señoríos en reinos y la sangrante explotación, feudal se convierte en armonioso régimen de libertades locales. La manipulación educativa lleva incluso a fomentar artificialmente lenguas con las que resulta imposible estudiar astrofísica o bioquímica. La tradición y cultura patrias de la legislación franquista retornan bajo la bandera de la tradición y cultura autonómicas.

II. La Conferencia Episcopal no cesa en su empeño de que se establezca una disciplina alternativa evaluable académicamente para aquellos alumnos que no cursen Religión Católica, asignatura para la cual exigen también un lugar en el currículo. Esto no puede ser aceptado. Los planes de estudio pueden contener asignaturas que describan las diferentes mitologías religiosas, y, en ese caso, dichas asignaturas deben ser cursadas por todos los alumnos. Aquellos padres que además de esa visión general de la historia de las religiones deseen que sus hijos reciban una instrucción religiosa concreta no tienen derecho a imponer ninguna asignatura alternativa a los hijos de los que no consideran conveniente tal enseñanza dogmática. Enseñanza que, por carecer de fundamento racional y basarse en misterios y revelaciones que no pueden, generalmente, aceptarse como conocimientos válidos, no puede ser objeto de evaluaciones oficiales y debe desarrollarse fuera del horario lectivo ordinario.

El "concepto cristiano de la vida" de la legislación franquista quiere retornar bajo la forma de un "concepto religioso de la vida" que debe ser transmitido por el proceso educativo. Frente a ello hay que reivindicar un sistema educativo apto para formar individuos con un espíritu crítico que les permita discernir el conocimiento del no conocimiento, la realidad del mito.

Javier Tajadura Tejada es profesor de Derecho Constitucional de la Universidad del País Vasco

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