FESTIVAL DE OTOÑO

Cita con la exquisitez

La l4ª edición de la muestra presenta una programación variada y llena de atractivos

Eclecticismo y heterodoxia parecen ser los aromas con los que se ha perfumado la 14ª edición del Festival de Otoño, que se presentó ayer en el transcurso de un acto-fiesta en el Teatro Albéniz. La muestra retorna su primera vocación internacionalista con las puertas de los escenarios abiertas, de par en par, tanto a creadores nacionales de primera fila como a experiencias escénicas surgidas de los movimientos más rompedores del panorama internacional. No faltan autores españoles cuya concepción escénica no tiene cabida en los circuitos teatrales comerciales. El festival comienza el próximo 29 ...

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Eclecticismo y heterodoxia parecen ser los aromas con los que se ha perfumado la 14ª edición del Festival de Otoño, que se presentó ayer en el transcurso de un acto-fiesta en el Teatro Albéniz. La muestra retorna su primera vocación internacionalista con las puertas de los escenarios abiertas, de par en par, tanto a creadores nacionales de primera fila como a experiencias escénicas surgidas de los movimientos más rompedores del panorama internacional. No faltan autores españoles cuya concepción escénica no tiene cabida en los circuitos teatrales comerciales. El festival comienza el próximo 29 de septiembre y finaliza el 23 de noviembre.Al pasear la vista sobre la programacíón global uno no se des maya, pero puede empezar a producir saliva con alguna que otra delicatessen escénica, tanto en el terreno teatral como en la música o la danza, sin olvidar que dentro de las actividades paralelas hay ofertas suculentas como Keatoniana o Estampa. Todo ello con el mismo dinero que el pasado año (400 millones de pesetas, de los que 320 los pone la Fundación Caja de Madrid), aunque con mucho menos que en las primeras ediciones.

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Pero lo que convierte a este festival en algo excepcional no es sólo la presencia de santones internacionales como los coreógrafos Twyla Tharp y Mijaíl Baryshnikov (que bailará en solitario); o los directores escénicos Lluis Pasqual, Enrique Vargas, Stephane Braunschweig o Robert Lepage; o el clown sin país Jango Edwards; o las cantantes Hanna Schygulla, Chavela Vargas o Queen Esther Marrow. De hecho, la presencia de figurones es una condición intrínseca al concepto de festival. Lo que sí hace que esta muestra sea única y una de las más equilibradas que se han visto hasta ahora es que, junto a la ausencia de intenciones sorprendentes, se ha dado espacio a todas las corrientes, a todas las tendencias y a las más diversas formas de abordar la creación y, lo que es mejor, se han programado espectáculos de silencioso prestigio y, los no estrenados, de sonada expectación.

La que ha salido peor parada, al menos en lo que ha cantidad se refiere, ha sido la música. La directora del Festival de Otoño, Alicia Moreno, lo justifica señalando que esta temporada se inaugura el Teatro Real con una oferta que cubrirá las expectativas de los madrileños y que, además, la Comunidad de Madrid tiene previsto ofrecer una, serie de cielos de música en otras épocas del año.

A todo ello habría que añadir que ya no están tan remarcadas esas discriminadoras diferencias entre lo que se programa en Madrid capital,y en la Red de Teatros de la Comunidad de Madrid. Un acierto más de una edición que será muy recordada.

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