Cartas al director

Fastos inútiles

Visitar la renovada plaza de Oriente en Madrid y observar la fastuosa obra del Teatro Real lleva a preguntarse sobre los intereses y prioridades de nuestros gobernantes municipales: ¿cómo se justifica el gasto de 20.000 millones de pesetas en un teatro necesario, pero del que sólo se beneficiará una minoría? ¿Por qué para el Teatro Real sí hay dinero (20.000 millones) y no lo hay, por ejemplo, para sustituir los contaminantes autobuses de la Empresa Municipal de Transportes (EMT)? ¿Es suficiente para el señor Álvarez del Manzano "cubrir el expediente" con unas cuantas unidades movidas por gas ...

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Visitar la renovada plaza de Oriente en Madrid y observar la fastuosa obra del Teatro Real lleva a preguntarse sobre los intereses y prioridades de nuestros gobernantes municipales: ¿cómo se justifica el gasto de 20.000 millones de pesetas en un teatro necesario, pero del que sólo se beneficiará una minoría? ¿Por qué para el Teatro Real sí hay dinero (20.000 millones) y no lo hay, por ejemplo, para sustituir los contaminantes autobuses de la Empresa Municipal de Transportes (EMT)? ¿Es suficiente para el señor Álvarez del Manzano "cubrir el expediente" con unas cuantas unidades movidas por gas natural y asegurar de forma sumaria que no hay dinero para más? ¿Y por qué, sin embargo, sí lo ha habido para el Teatro, cuando el presupuesto inicial no se acercaba ni de lejos a esa cifra astronómica? ¿Qué le pasaba al Teatro para que se hayan tenido que gastar esa cantidad ingente?Menos mal que para arreglar los desaguisados del señor Álvarez del Manzano tenemos, por ejemplo, al señor Gallardón y a la señora Aguirre. Mano a mano pasean por la fabulosa obra, para concluir diciendo que tenemos la mejor ópera del mundo. Pero, bueno, ¿de dónde viene esa obsesión por coleccionar mausoleos y enormidades? ¿Cuál es el criterio por el que se rigen para hacer esas afirmaciones tan categóricas? Y si invirtieran una pequeña cantidad en otro tipo de cultura más dinámica, más crítica, más viva, ¿qué pasaría? Probablemente, entonces nos daríamos cuenta de que esos fastos no valen para nada, distraen nuestra atención de otros problemas más urgentes.

En fin, cada cual sabe extraer sus propias conclusiones.-

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