LUTO POR DIANA

La presión popular obliga a la Reina a ampliar el recorrido del cortejo fúnebre en Londres

La corona británica, contra las cuerdas por su pasividad ante la muerte de Lady Di

Imagen del funeral de Diana de Inglaterra.John Gaps III (AP)

La colosal presión de un pueblo desconsolado obligó ayer a la corona británica a ampliar sustancialmente el recorrido de la procesión fúnebre con la que el Reino Unido despedirá el sábado a Diana, princesa de Gales. La revisión del plan por parte del palacio de Buckingham se produjo en el cuarto día de la extraordinaria movilización de dolientes que promete transformar el adiós a la princesa del pueblo en el acontecimiento más concurrido en la historia de Londres. Según las previsiones, más de dos millones y medio de personas saldrán a las calles para ver el cortejo fúnebre.

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La colosal presión de un pueblo desconsolado obligó ayer a la corona británica a ampliar sustancialmente el recorrido de la procesión fúnebre con la que el Reino Unido despedirá el sábado a Diana, princesa de Gales. La revisión del plan por parte del palacio de Buckingham se produjo en el cuarto día de la extraordinaria movilización de dolientes que promete transformar el adiós a la princesa del pueblo en el acontecimiento más concurrido en la historia de Londres. Según las previsiones, más de dos millones y medio de personas saldrán a las calles para ver el cortejo fúnebre.

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La carroza fúnebre, tirada por seis caballos del Regimiento de Artilleros del Rey, transportará los restos de Diana hasta la abadía de Westminster. Esa será la penúltima etapa en el viaje de la princesa a su tumba en la pintoresca capilla de Santa María la Virgen, cerca de la finca de los Spencer, en Northamptonshire, y hay quienes piensan que serán hasta tres millones de personas, el doble de la concurrencia registrada durante la boda de Diana y Carlos en 1981, quienes tomen las calles. El anuncio de la ampliación de la ruta de la procesión fue recibido con alivio, por las autoridades y satisfacción por los millares y millares de británicos que acudían a los palacios de Buckingham y Kensington para depositar flores. "Era lo mínimo que podía hacer la reina", dijo con reservado resentimiento una joven ama de casa.

El nuevo plan responde tanto al clamor del pueblo como a las consideraciones de seguridad planteadas por la policía, que ha movilizado a 10.000 hombres para la ocasión. La idea original, de transportar el ataúd desde la capilla del palacio de St. James hasta Westminster, amenazaba con aglomeraciones de proporciones jamás vistas.

El nuevo programa prevé el traslado en privado de los restos desde St. James a Kensington, la residencia de la princesa muerta, el viernes por la noche, después de la visita de los príncipes Guillermo y Enrique. Desde allí partirá el cortejo la mañana siguiente para el funeral en la abadía de Westminster, pasando por el Royal Albert Hall, Hyde Park y bordeando el palacio de Buckingham. Ello triplicará la extensión del primer recorrido previsto, lo que facilitará el acceso de los dolientes a arterias con mucha mayor capacidad para acomodarles.

A fin de descongestionar las calles y avenidas, se instalarán dos gigantescas pantallas de televisión (de 40 metros cuadrados cada una) en Hyde Park. "Estamos complacidos por estos nuevos arreglos", declaró un portavoz del Gobierno de Tony Blair, que, según fuentes políticas, realizó intensas gestiones para vencer la renuencia de Buckingham a modificar el plan original.

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Ése no fue el único indicio de que la Familia Real, que alejó de su seno a Diana tras su divorcio de Carlos hace un año, se está viendo forzada a cambiar de tono. La reina Isabel quiere evitar la consolidación de la imagen de frialdad de los Windsor en momentos políticamente cruciales para el futuro de la Monarquía.

Otra indicación de giro fue la difusión de la segunda expresión de sentimientos de Buckingham desde la muerte de Diana en París, el domingo. La Familia Real declaró estar "profundamente conmovida y agradecida" por las multitudinarias manifestaciones de congoja en todo el país. Éstas, dijo, dotan de fuerzas al príncipe Carlos y a sus hijos, los príncipes Guillermo, de 15 años, y Enrique, de 12, en momentos tan difíciles.

Resuelto el problema de la procesión fúnebre, ahora el gran enigma se centra precisamente en los tres príncipes y en la participación de otros miembros de la regia familia en el funeral. Palacio se abstenía hasta anoche de confirmar si la reina Isabel asistiría a la ceremonia de Westminster.

El diario popular The Sun, que en su edición de ayer criticó a la Familia Real, exhortándola a que demuestre "dónde está el corazón de los Windsor", sostuvo que Guillermo insiste en encabezar la procesión. "No ha salido una sola palabra de los labios reales, no se ha derramado una sola lágrima en público... Es como si nadie en la Familia Real tuviera alma", editorializaba.

También se debatía ayer, entre muchas otras cosas, si Elton John, el amigo de Diana a quien la princesa consoló cuando lloró durante el funeral de Gianni Versace, debería o no entonar un himno en el funeral.

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