Liaño procesó a Bayo hace un año por secuestro, torturas y asesinato

El ex cabo Felipe Bayo Leal fue imputado por el juez Javier Gómez de Liaño en el secuestro, torturas y asesinato de los presuntos etarras José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala en 1983. El magistrado en el auto de procesamiento dictado el 20 de mayo de 1996 contra Bayo y su compañero Enrique Dorado, Kike y Aitor, hace un relato espeluznante del calvario sufrido por ambos jóvenes.

Dorado y Bayo, cumpliendo órdenes de sus superiores -"la identificación de unos y otros depende de datos de muy próxima confirmación", según anunciaba el auto de procesamiento- viajaron a Bay...

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El ex cabo Felipe Bayo Leal fue imputado por el juez Javier Gómez de Liaño en el secuestro, torturas y asesinato de los presuntos etarras José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala en 1983. El magistrado en el auto de procesamiento dictado el 20 de mayo de 1996 contra Bayo y su compañero Enrique Dorado, Kike y Aitor, hace un relato espeluznante del calvario sufrido por ambos jóvenes.

Dorado y Bayo, cumpliendo órdenes de sus superiores -"la identificación de unos y otros depende de datos de muy próxima confirmación", según anunciaba el auto de procesamiento- viajaron a Bayona, localizaron a Lasa y Zabala y les secuestraron en la madrugada del 16 de octubre de 1983.

Bayo y su compañero Dorado condujeron a los dos rehenes hasta el palacio de La Cumbre de San Sebastián. Allí, según el relato de Gómez de Liaño, les sometieron a "duros interrogatorios" con los que pretendían arrancarles información sobre miembros de ETA y, además, "castigarles" como venganza por los atentados de esta organización.

Después, dado el lamentable estado de los dos secuestrados, Dorado, Bayo y otros les trasladaron en dos coches hasta la Foya de Coves, cerca de Bussot (Alicante). Los sacaron de los maleteros, los desnudaron dejandoles sólo las vendas y apósitos que llevaban y los colocaron al borde de una fosa. Dorado realizó a continuación tres disparos: uno a la cabeza de Lasa y los otros dos contra Zabala. Los cadáveres fueron arrojados dentro de la fosa y cubiertos con 50 kilos de cal viva.

Un cazador halló el 20 de enero de 1985 los esqueletos de Lasa y Zabala, que durante 10 años permanecieron olvidados y sin identificar en el cementerio de Alicante.

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