Editorial:

Cae otro muro

LA ÚLTIMA vez que Europa había registrado en las calles de, sus ciudades un movimiento ciudadano de tanta envergadura fue con la caída del muro de Berlín. La protesta esta semana de centenares de miles de españoles -la de los vascos sobre todo, y especialmente de las generaciones mas jóvenes y sin experiencia política alguna- ha significado también la caída de otro muro, el que se había construido con los, ladrillos del odio, el miedo y la ambigüedad. Y ha caído sin apenas incidentes serios. Al desafío de ETA y HB no se puede contestar con las propias armas de los violentos, que es lo que ello...

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LA ÚLTIMA vez que Europa había registrado en las calles de, sus ciudades un movimiento ciudadano de tanta envergadura fue con la caída del muro de Berlín. La protesta esta semana de centenares de miles de españoles -la de los vascos sobre todo, y especialmente de las generaciones mas jóvenes y sin experiencia política alguna- ha significado también la caída de otro muro, el que se había construido con los, ladrillos del odio, el miedo y la ambigüedad. Y ha caído sin apenas incidentes serios. Al desafío de ETA y HB no se puede contestar con las propias armas de los violentos, que es lo que ellos mismos buscan, sino con prudencia y perseverancia para abrir fisuras en el mundo etarra y hacer visible a todos que la etapa final está al alcance de la mano.La prohibición por el Gobierno vasco, ratificada por el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, de la manifestación que HB pensaba celebrar ayer en San Sebastián entra dentro de esta prudencia que debe llevar a evitar enfrentamientos. Cualquier incidente o acto de agresión física contra HB y sus seguidores o sus propiedades contribuiría a alimentar la estrategia victimista de ese mundo cerrado que, busca, justamente, seguir retando al resto del universo. Herri Batasuna ha acatado la decisión del tribunal, pero está por ver qué ocurrirá el domingo próximo con la siguiente manifestación que tiene planeada. Hasta ahora, la única reacción de HB ante las movilizaciones ciudadanas ha sido proferir nuevas amenazas.

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No le falta razón al presidente del Gobierno, José María Aznar, cuando afirma que millones de ciudadanos no han salido a la calle para que todo siga igual. Pero la responsabilidad y el peso de la acción política no recaen sobre las espaldas de los ciudadanos que salen a manifestarse. Éstos la reclaman de los políticos y, obviamente, de las fuerzas de seguridad para que consigan lo que hasta ahora no ha sido posible: que la ley se cumpla. La presión de la calle ha hecho caer el muro, pero la calle sola no basta e incluso, sin política, puede llevar a caminos indeseables.

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La decisión de los partidos democráticos de Vizcaya de echar a HB de los cargos municipales debía haberse tomado hace tiempo. Pero no llega tarde y es- un paso correcto, empezando por la alcaldía de Mondragón, en la que el PNV, Eusko Alkartasuna y el PSOE pueden sacar al alcalde de HB de su sillón. El cambio de actitud de lo s nacionalistas democráticos puede ser crucial si, definitivamente, abandonan lo que a veces ha constituido una irresponsable ambigüedad. En cambio, resulta lamentable la decisión de Izquierda Unida de abstenerse para no votar a favor de un alcalde del PNV y es de esperar que la reconsidere.

Todas estas presiones de las fuerzas democráticas y de las gentes que buscan la paz para Euskadi no deben limitarse solamente a intentar aislar a ETA, a HB y a sus seguidores, sino a facilitar la disidencia. De otro modo se correría el. riesgo de caer en lo que repugna a una sociedad democrática que critica las tendencias nazis de ETA y de su mundo: la creación de guetos. Por eso es importante cultivar. y favorecer las fisuras en el sindicato LAB, entre los presos y en todo el mundo de ETA, antes que provocar un cierre de filas que impediría salir de ese mundo cerrado a los que ya están atormentados por grandes dudas sobre la violenta estupidez de los que les dirigen.

El cuidado que deben, poner los demócratas en evitar ni siquiera acercarse a los métodos en los que HB ha alcanzado maestría -extender el miedo, utilizar el doble lenguaje y la amenaza, combinarlo con la violencia anónima...- debe acompañarse de una sustancial mejora de los instrumentos de lucha contra el terrorismo, sin quebrar los principios y las garantías del Estado de derecho y desde un compacto consenso parlamentario y social. Las medidas que el Gobierno propone para su debate a las otras fuerzas políticas del Pacto de Madrid y de la Mesa de Ajuria Enea pueden aportar esta mejora. La mejor tipificación del delito de amenazas, o de coacción, la inclusión en el Código. Penal del delito de estragos o de la figura de la contramanifestación, además de la posibilidad de juicios rápidos en la Audiencia Nacional, son, entre otras, propuestas que merecen ser discutidas.

La lucha contra el terrorismo requiere también del pleno apoyo al Gobierno español en este esfuerzo por parte de los otros países democráticos y aliados, especialmente de Francia, donde su opinión pública parece, al fin haberse percatado de que el terrorismo etarra es fundamentalmente totalitario y requiere una aún más contundente respuesta también desde allí. Hoy y mañana debe dejarlo diáfanamente claro la cumbre bilateral, franco-española que se celebrará en Ibiza. Para demostrar que el muro de los Pirineos también ha caído.

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