La última trinchera

España rendirá homenaje en elrehabilitado cementerio militar de Larache a los soldados muertos en suelo marroquí

Los soldados españoles muertos en el norte de Marruecos han empezado a recuperar la dignidad olvidada. Sus tumbas, repartidas en más de una docena de cementerios diseminados por el reino marroquí, van a ser reconstruidas y adecentadas de acuerdo con un programa de rehabilitación elaborado por el Ministerio de Defensa y el de Asuntos Exteriores que fue aprobado en 1996 por el Parlamento poco antes de que se convocaran elecciones.El primer cementerio reconstruido ha sido el de Sidi Larbi, en Larache, a poco más de 15 kilómetros al norte de Rabat, donde reposan los restos de cerca de 1.600 españo...

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Los soldados españoles muertos en el norte de Marruecos han empezado a recuperar la dignidad olvidada. Sus tumbas, repartidas en más de una docena de cementerios diseminados por el reino marroquí, van a ser reconstruidas y adecentadas de acuerdo con un programa de rehabilitación elaborado por el Ministerio de Defensa y el de Asuntos Exteriores que fue aprobado en 1996 por el Parlamento poco antes de que se convocaran elecciones.El primer cementerio reconstruido ha sido el de Sidi Larbi, en Larache, a poco más de 15 kilómetros al norte de Rabat, donde reposan los restos de cerca de 1.600 españoles, una parte importante de los cuales eran militares que fallecieron mientras estaban destinados en las guarniciones de la ciudad. Las obras de rehabilitación han costado poco más de diez millones de pesetas y han estado dirigidas por una mujer, musulmana y marroquí, Fátima Sahara, de 34 años, arquitecta técnica afincada en Sevilla y especializada en la reconstrucción de monumentos históricos árabe-andalusíes y autora de un minucioso estudio sobre el antiguo ensanche español de la ciudad de Tetuán.

La reconstrucción moral de este cementerio, convertido ya en un símbolo, la ha llevado a término, sin embargo, un grupo de antiguos militares del Ejército español. Abanderados por el ex general José Valdés Cabana -hijo de un laureado muerto en Bujaraz durante la retirada de Xauen en 1924-, han venido impulsando durante los últimos 25 años una verdadera campaña con la que se ha hecho público el estado de incuria y dejadez en el que se encontraban los restos de los españoles -militares y civiles- en la antigua zona del protectorado marroquí, la última plaza del imperio colonial español.El sector militar del remozado cementerio de Larache servirá el próximo 22 de mayo, Día de las Fuerzas Armadas, de escenario a un emotivo acto castrense que estará presidido por el secretario de Estado del Ministerio de Defensa, Pedro Morenez, y al que asistirá una importante delegación de la diplomacia española en Rabat. De esta forma se pretende recuperar el recuerdo de los militares españoles muertos en el norte de Marruecos y que sólo en la zona occidental su peraron los 20.000. El Ministerio de Defensa, al parecer, tiene planeado repetir cada año un homenaje similar en los diferentes cementerios situados en el extranjero y en los que se encuentren enterrados también soldados españoles.

El cementerio de Sidi Larbi es sólo el primero. Muy cerca de él, en el otro extremo de la ciudad de Larache, pegado a la cornisa del Atlántico, se encuentra el camposanto marino -su nombre oficial es el de Nador- donde se amontonan los restos de cerca de 3.000 muertos, cuyas tumbas han venido siendo profanadas y saqueadas con el paso del tiempo. Las obras de reconstrucción y adecentamiento de este lugar se efectuarán antes de que acabe este año, junto con otras obras en los cementerios de las localidades cercanas de Ashilá y Tetuán, según acordaron los responsables de una comisión interministerial reunida al efecto hace poco más de dos semanas en está última ciudad marroquí.

El programa de rehabilitación de los cementerios españoles en Marruecos tiene su cita más difícil y dolorosa en el camposanto de Castillejos, cerca de la frontera de Ceuta, donde la práctica totalidad de las tumbas han sido profanadas: las cruces, arrancadas, y las lápidas, robadas para ser convertidas en peldaños, paredes o encimeras, según aseguraba ayer uno de los técnicos que trabajan en el proyecto.Pero la dejadez y el abandono no sólo afecta a los soldados muertos. Alcanza también a los vivos, a los soldados marroquíes que participaron en la guerra civil de España, a los que se les ha condenado a una mísera pensión y al escarnio de convertirse en unos olvidados. Son los últimos supervivientes de un cuerpo expedicionario compuesto en su día por 62.217 soldados. Hoy, estos antiguos militares, conocidos y temidos antaño en el frente por su ferocidad y violencia, son simplemente unos ancianos.

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