Un entierro demasiado caro

La Comunidad dice que sepultar las vías en Getafe es un lujo y el alcalde amenaza con acciones

Enterrar la vía férrea que parte por la mitad el casco urbano de Getafe (143.000 habitantes) es un lujo y, como tal, puede esperar algún tiempo. Así lo ha advertido el consejero de Transportes y Obras y Públicas de la Comunidad, Luis Eduardo Cortés, quien adelantó que su gabinete no se plantea otras actuaciones de este tipo porque "no tendríamos dinero para hacer ninguna otra cosa".Al alcalde de la ciudad sureña, Pedro Castro (PSOE), no le ha sentado nada bien esta petición de calma. "El enterramiento de las vías es una necesidad trascendental que se llama calidad de vida. Si las otras adm...

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Enterrar la vía férrea que parte por la mitad el casco urbano de Getafe (143.000 habitantes) es un lujo y, como tal, puede esperar algún tiempo. Así lo ha advertido el consejero de Transportes y Obras y Públicas de la Comunidad, Luis Eduardo Cortés, quien adelantó que su gabinete no se plantea otras actuaciones de este tipo porque "no tendríamos dinero para hacer ninguna otra cosa".Al alcalde de la ciudad sureña, Pedro Castro (PSOE), no le ha sentado nada bien esta petición de calma. "El enterramiento de las vías es una necesidad trascendental que se llama calidad de vida. Si las otras administraciones dan marcha atrás, planto 509 autobuses frente al Ministerio de Fomento", avisó. El tendido férreo de la línea de cercanías C-4 (Atocha-Parla) es una fractura histórica en la fisonomía urbana de Getafe, una ciudad condenada a ver pasar los trenes (uno cada tres minutos) a lo largo de cuatro kilómetros y a apenas 50 metros de las primeras casas. Alberto Ruiz-Gallardón tomó el plan de soterramiento de este tramo como bandera de su política con vistas al sur, tantas veces anunciada en campaña electoral y firmó, el 6 de febrero de 1996, un convenio a tal fin. Le acompañaron en la rúbrica Pedro Castro y el entonces aún ministro de Obras Públicas José Borrell. El proyecto sigue en pie, pero sólo en el papel: no se ha movido un solo metro cúbico de suelo y el inicio de las obras todavía puede retrasarse mucho.

"Hay un acuerdo tácito de que este año no se hará nada", explicó Cortés. "El ministerio no dispone de dinero para este tema, y nosotros sólo hemos previsto una pequeña partida como reconocimiento de que es algo que vamos a hacer". Los plazos son un tanto volátiles, reconoce Cortés: "Nos empezaremos a plantear la actuación en 1998. El poco dinero que hay ahora debe invertirse en cosas más urgentes".

Pedro Castro no quiere esperar más. Recuperar la franja que hoy ocupan los rieles es un viejo sueño y una demanda vecinal con más de una década de antigüedad. "Lo de la calidad de vida es algo que no comprenden quienes no conocen el sur ni viven en él", espetó el regidor getafense. "¿Qué pensaría Cortés si tuviera un tren en el paseo de la Castellana? ¿Por qué se hace en Madrid el Pasillo Verde y aquí nos piden paciencia? No se puede hablar con ese descaro: igual el consejero se piensa que los ciudadanos del norte han nacido por otro sitio o en otra cuna".

El aludido Cortés esgrime otros argumentos. "El soterramiento es una obra cara, muy cara". Y compara: "Con los 9.000 millones de pesetas de esta operación se pueden construir 2,5 kilómetros de metro o casi diez kilómetros de autovía". Por ello no duda en calificar la sepultura de las vías como un lujo. En toda Europa, agrega el consejero, "el tren pasa por donde pasa y nadie se desmelena por ello".

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