Los tractores se abren paso entre manifestantes palestinos para erigir un barrio judío en Jerusalén

Israel abrió ayer una brecha de 700 metros en un costado de la colina árabe de Yabal Abu Ghnehn, donde sus soldados anoche, miraban cara a cara a furiosos chavales palestinos que les lanzaban rocas proclamando a gritos la "segunda Intifada". Pero a pesar de las advertencias de que el Gobierno derechista de Benjamín Netanyahu. está jugando con fuego, de la "gran ola de ira" todavía no hay serias señales. Tres tractores Caterpillar D9 -lo más poderoso en el catálogo de eliminación de bosques-, una grúa y dos apisonadoras comenzaron lo que desde hace tiempo se conoce como la "batalla de Jerusalén...

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Israel abrió ayer una brecha de 700 metros en un costado de la colina árabe de Yabal Abu Ghnehn, donde sus soldados anoche, miraban cara a cara a furiosos chavales palestinos que les lanzaban rocas proclamando a gritos la "segunda Intifada". Pero a pesar de las advertencias de que el Gobierno derechista de Benjamín Netanyahu. está jugando con fuego, de la "gran ola de ira" todavía no hay serias señales. Tres tractores Caterpillar D9 -lo más poderoso en el catálogo de eliminación de bosques-, una grúa y dos apisonadoras comenzaron lo que desde hace tiempo se conoce como la "batalla de Jerusalén".

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Fue un trámite desafiante con el cual Netanyahu dejó pasmado a medio mundo, incluyendo a muchos israelíes como Abraltam Poraz, uno de los numerosos parlamentarios israelíes izquierdistas que acudieron a Yabal Abu Ghneim, o Har Hoina, como Israel llamará al nuevo barrio judío en las afueras de Jerusalén. "Esto es peor que peligroso, es estúpido", dijo Poraz. Una manifestación de pacifistas israelíes y palestinos fue disuelta a culatazos. En el barro quedaron letreros con la consigna "dos pueblos, dos Estados, un futuro".En Gaza, Yasir Arafat, barajaba opciones ante el colosal efecto psicológico que supone la decisión de Netanyahu. El presidente palestino estaba reunido anoche con su alto mando político para sopesar los riesgos de ir más allá de otra condena retórica más o de las renovadas advertencias de que el proceso de paz en la zona puede irse a pique. Pero los chavales de Belén, Um Tuba y Beit Sahur, las poblaciones palestinas que quedarán físicamente separadas del acceso a Jerusalén una vez que concluyan los trabajos en Har Homa, lo tenían muy claro. "Hoy ha comenzado la segunda intifada", dijo ardorosamente un palestino de 15 años que usaba un tirachinas con los colores de la bandera palestina. Sus compañeros festejaron la proclama con gritos de ¡Alá es Grande! y pusieron en fuga a los soldados israelíes hasta que llegaron refuerzos.

Dos compañías del Ejército y un inmenso cuerpo policial duermen desde anoche en la colina vecina a Yabal Abu Ghneim. Hoy se verá si los chavales van a ser capaces de bloquear el camino por el que deben pasar los tractores para seguir excavando. Espíritu no falta. "Ladrones", dijo otro chaval, "son eso los israelies, ladrones de nuestra tierra y nosotros no les vamos a dejar que se salgan con la suya".

Netanyahu y su principal protector, Washington, confían en que el proceso de paz sobrevivirá al desafío de Yabal Abu Ghneim. "Definitivamente no", respondió el primer ministro israelí cuando se le preguntó si los tractores van a poner la lápida al proceso iniciado en Madrid en 1991. "Hay que parar esta espiral. Estoy seguro de que el proceso avanza", dijo. Netanyahu tambien acusé a Arafat de poner recientemente en libertad a "terroristas" de Hamás.

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