La clase silenciosa

La enseñanza de los niños sordos combina el lenguaje oral y el de signos

"Mi hijo es sordo, pero no tonto", responde un padre a una señora en un parque tras oír por enésima vez la clásica exclamación de "¡Qué pena!". Los niños sordos consiguen pronunciar palabras que resultan' unas veces más reconocibles y otras menos. Y esos sonidos, tan distintos, son los que hacen pensar a muchos oyentes que tienen delante, a un niño poco inteligente. Pero los chicos sordos son tan inteligentes o tan poco como cualquier niño oyente. Lo que sí reflejan los estudios y experiencias más innovadoras es que la diferencia cultural entre ambas clases de niños puede ser más...

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"Mi hijo es sordo, pero no tonto", responde un padre a una señora en un parque tras oír por enésima vez la clásica exclamación de "¡Qué pena!". Los niños sordos consiguen pronunciar palabras que resultan' unas veces más reconocibles y otras menos. Y esos sonidos, tan distintos, son los que hacen pensar a muchos oyentes que tienen delante, a un niño poco inteligente. Pero los chicos sordos son tan inteligentes o tan poco como cualquier niño oyente. Lo que sí reflejan los estudios y experiencias más innovadoras es que la diferencia cultural entre ambas clases de niños puede ser más o menos amplia según el tipo de educación que reciban los alumnos que sufren esta invisible minusvalía."Mamá, me gusta más este colegio porque hay muchos niños sordos", le dijo Laura a su madre, utilizando el lenguaje de signos, cuando a los cuatro años la cambió de un colegio de integración de sordos con niños oyentes a otro de educación especial. "Laura es sorda profunda", explica Ana, su madre, "y al final optamos por una educación especial para sordos, porque en el otro colegios apenas avanzaba". Ana cuenta lo difícil que resulta jugársela por una educación especial o una de integración. "Si funciona, estoy a favor de la integración, pero depende de cada niño, de su nivel de sordera, de su evolución. Cada caso debe analizarse detenidamente para no cometer errores".

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La educación de las personas sordas encierra complicadas encrucijadas entre diferentes modelos educativos. Hay sistemas que dan prioridad a la enseñanza oral (ante todo, que el niño hable), al lenguaje de signos (con cada signo se expresa un concepto, no palabra por palabra), o al bimodal (traducción del lenguaje oral a signos, palabra por palabra, acompañada del habla). Hasta ahora se venía dando prioridad en los colegios de educación especial de sordos a la educación oral, pero ya empieza a imponerse en España la llamada educación bilingüe, que consiste en enseñar en el aula a los niños con el lenguaje de signos conceptuales (que se considera su idioma natural) complementado con el oral.

Marta prefiere que su hijo, Carlos, estudie en un centro de integración. Porque dice que "no le va mal". Carlos se quedó sordo a los tres años. Ahora estudia primero de secundaria y habla con dificultad, pero se defiende bien. "Los otros niños le entienden, y poco a poco va pronunciando mejor, con la ayuda de una logopeda. Esto le, ayudará a hacer una vida normal en el futuro, sin necesidad de limitarse al colectivo de los sordos".

Hay 170 centros de integración de sordos de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y 144 de bachillerato y Formación Profesional en España y, sólo en Madrid, hay cuatro centros de educación especial de sordos (tres, de ellos concertados) en los que estudian unos 280 niños.

La educación de los sordos está marcada por la falta de profesionales preparados para hacer frente a la nueva corriente: la mencionada educación bilingüe. Este tipo de educación se implantará en breve en dos colegios de educación especial de Madrid y tres de Barcelona.

El lenguaje de signos no representa palabra por palabra el idioma de una Persona sorda. Tiene- una sintaxis diferente. Es un tipo de comunicación visual, en la que un solo gesto puede representar una frase entera. Pero no se trata de mímica, puesto que, a diferencia de ésta, si no se conoce el lenguaje no hay manera de entender nada. Es otro idioma, con otra construcción, en el que a veces se sitúa el verbo al final, como en alemán.

Sin embargo, el lenguaje bimodal (que utilizan los presentadores de televisión que se dirigen a sordos) es una traducción a signos de cada palabra, acompañando esos signos con el habla.

"Mi hijo Raúl, de 10 años, dice 30 palabras reconocibles. Pero he tardado seis meses en conseguir. que pronunciara las dos últimas". Raúl es sordo profundo y el esfuerzo de su padre se puede generalizar a todo un colectivo de padres y madres que lucha por adentrarse en el mundo de sus hijos sordos con todos los medios.

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