EE UU y Rusia desatan una carrera de venta de armas en el sureste asiático

Sólo unos pocos años después de, que terminaran su carrera de armas nucleares, Estados Unidos y Rusia están empeñados en una fiera competición para vender armas en el sureste asiático, con los dos países ofreciendo como incentivos a sus potenciales compradores algunos de los misiles más avanzados del mundo. De Tailandia a Malaisla, los países que compran modernos cazas están exigiendo -y lo consiguen- la oportunidad de comprar mortíferos y precisos misiles aire-aire que permiten al piloto de un avión derribar un aparato enemigo que ni tan siquiera puede ver.

Cuando Tailandia pidió por p...

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Sólo unos pocos años después de, que terminaran su carrera de armas nucleares, Estados Unidos y Rusia están empeñados en una fiera competición para vender armas en el sureste asiático, con los dos países ofreciendo como incentivos a sus potenciales compradores algunos de los misiles más avanzados del mundo. De Tailandia a Malaisla, los países que compran modernos cazas están exigiendo -y lo consiguen- la oportunidad de comprar mortíferos y precisos misiles aire-aire que permiten al piloto de un avión derribar un aparato enemigo que ni tan siquiera puede ver.

Cuando Tailandia pidió por primera vez los AIM-120 (misiles avanzados aire-aire de medio alcance), la Administración Clinton rechazó la demanda. Los funcionarios temían que la venta pudiera causar una inestabilidad regional y desatar una carrera armamentista, Además, dichos misiles aún no han sido puestos a disposición de los miembros de la OTAN.Bangkok inmediatamente dijo que si Estados Unidos bloqueaba la venta de los misiles, no compraría los cazas F-18 de fabricación norteamericana, un contrato pendiente valorado en 600 millones de dólares (8.100 millones de pesetas). Los tailandeses dejaron bien claro que estaban considerando los cazas rusos Mig-29, que pueden llevar un tipo semejante de misiles.

Ante la perspectiva, Washington capituló, a pesar de que tanto los funcionarios estadounidenses como los tailandeses dijeron que el Gobierno de Bangkok verdaderamente no quería comprar aviones a Rusia. [El portavoz del Pentágono Ken Bacon desmintió anoche esta información y aseguró que Estados Unidos no será el primer país en vender ese tipo de misiles en el sureste asiático. Aún así, Bacon dejó abierta la posibilidad de que Tailandia pueda comprárselos en el futuro.]

La trayectoria de los AIM-120 de un arma que Washington protegía celosamente a una que pueden tener una serie de países ilustra lo que sucede cuando las restricciones armamentistas se relajan incluso un mínimo, comentan funcionarios estadounidenses y defensores del control de armamento. "Una vez que dices sí a uno es muy difícil decir no al siguiente", declara un funcionario en Washington.

Los AIM-120 fueron una de las armas más efectivas en la destrucción de Irak por la alianza que lideraba EE UU durante la guerra del Golfo. Funcionarios estadounidenses dijeron esta semana que la decisión de proveer a las fuerzas aéreas tailandesas del citado misil abre la puerta a otros países de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático de realizar peticiones similares, aunque cada uno habrá de enfrentarse al examen de caso por caso.

La venta de AIM-120 a Tailandia es también una clara ilustración de cómo funciona el bazar global de armas. Estos días, los funcionarios norteamericanos dicen que es el negocio y no la ideología lo que mueve las ventas. Durante la guerra fría, el Pentágono sostenía una política restrictiva en cuanto a la venta de armas, particularmente el armamento avanzado que podía caer en manos enemigas. Ahora, los servicios militares impulsan el comercio de armas como un método de ayuda a las empresas de defensa que padecen reducciones de sus contratos con el Pentágono.

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