Major desata una tormenta política al negarse a abrir un debate sobre Europa

El primer ministro británico se enfrenta esta semana a una profunda crisis parlamentaria provocada por su negativa, el pasado jueves, a aceptar un debate en la Cámara de los Comunes sobre directivas comunitarias previas a la introducción de la moneda única. Aterrado ante la posibilidad de una nueva polémica sobre Europa a pocos meses de las elecciones generales, Major se ha atrincherado tras una firme negativa, en línea con la política seguida por sus principales adversarios. Laboristas y liberales demócratas han optado por descartarse de los temas espinosos al proponer, en el caso de los prim...

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El primer ministro británico se enfrenta esta semana a una profunda crisis parlamentaria provocada por su negativa, el pasado jueves, a aceptar un debate en la Cámara de los Comunes sobre directivas comunitarias previas a la introducción de la moneda única. Aterrado ante la posibilidad de una nueva polémica sobre Europa a pocos meses de las elecciones generales, Major se ha atrincherado tras una firme negativa, en línea con la política seguida por sus principales adversarios. Laboristas y liberales demócratas han optado por descartarse de los temas espinosos al proponer, en el caso de los primeros, al menos ocho referendos para después de los comicios de la próxima primavera.

Se trataba de un debate rutinario y técnico limitado al Comité Europeo de la Cámara de los Comunes, cuya única misión, en principio, era poner el sello de "visto" a tres directivas técnicas sobre la configuración del futuro euro, el denominado pacto de estabilidad para mantener una disciplina interna dentro del espacio de la moneda única, y el nuevo del Sistema Monetario Europeo. Sin embargo, un clamor procedente de las filas euroescépticas del partido tory obligó a Marcus Fox, presidente del Comité 1922, que representa a los diputados conservadores, a reclamar el jueves un debate de toda la Cámara. La negativa del primer ministro a celebrarlo provocó una reacción en cadena de todos los partidos e incluso de los tories proeuropeos. ¿Acaso no tiene el Parlamento derecho a debatir abiertamente documentos que afectan al futuro de la nación?, plantearon.Pese a, las dimensiones que iba cobrando la polémica, Major dijo que el tema se había debatido en el lugar oportuno: el Comité de Asuntos Europeos. Los parlamentarios han amenazado con desafiar al Gobierno y votar en contra de las tres directivas la semana próxima.

Sociedad dividida

En vísperas de una ardua campana electoral, ninguno de los grandes partidos en liza se ha atrevido a abordar abiertamente los temas que dividen más radicalmente a la sociedad británica. Los ciudadanos se enfrentan, por tanto, a una aburrida campaña electoral, pero tras depositar su voto en las urnas, en una fecha todavía no fijada de la primavera del año que viene, empezarán las verdaderas deliberaciones.

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Si gana nuevamente el Partido Conservador, la serie de consultas populares se limitará a un tema esencial: ¿participará el Reino Unido o no en la Europa del euro? Pero, si por una vez aciertan los sondeos y los laboristas se alzan con el triunfo, la lista de referendos será notablemente más larga.

Con vistas a orillar los conflictos que las, propuestas reformistas laboristas podrían suscitar a lo largo de la campaña electoral, el partido que lidera Tony Blair ha prometido consultas -aparte de sobre el crucial tema europeo- sobre la devolución del poder autonómico a Escocia, el principado de Gales y hasta a las regiones de Inglaterra. Habrá consulta popular en torno a la reintroducción o no de una autoridad central en Londres, y sobre cambios en el sistema electoral y la anunciada reforma constitucional. Serán 18 meses muy movidos.

Más información en la página 51

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