Editorial:

Una pica en Corea

PONER UNA pica en Corea ha sido tarea ardua. El viaje de los Reyes a esas tierras se enmarca en una deseable intensificación de las relaciones con los países asiáticos, de los que Corea del Sur es parte esencial. España intenta así pasar la respesca de una asignatura de creciente importancia en sus relaciones exteriores. En los últimos tres lustros Asia ha pasado a ser más importante que América Latina para nuestro comercio exterior.Junto a Singapur, Taiwan y Hong Kong, Corea del Sur es uno de los cuatro tigres asiáticos. A principios de los años sesenta, esta Corea tenía un producto na...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

PONER UNA pica en Corea ha sido tarea ardua. El viaje de los Reyes a esas tierras se enmarca en una deseable intensificación de las relaciones con los países asiáticos, de los que Corea del Sur es parte esencial. España intenta así pasar la respesca de una asignatura de creciente importancia en sus relaciones exteriores. En los últimos tres lustros Asia ha pasado a ser más importante que América Latina para nuestro comercio exterior.Junto a Singapur, Taiwan y Hong Kong, Corea del Sur es uno de los cuatro tigres asiáticos. A principios de los años sesenta, esta Corea tenía un producto nacional bruto por habitante similar al de Sudán. Hoy es la duodécima potencia económica. Y sigue creciendo. Las razones del milagro parecen derivarse de una combinación de una población con buen nivel educativo, cierto proteccionismo avalado por el Gobierno y una agresiva política de exportación, la promoción selectiva de sectores económicos, una rápida adquisición de tecnología y una importante tasa de ahorro. Además, si éste ha sido un crecimiento económico rápido, también ha sido compartido; la pobreza se ha reducido en un sistema que merece el calificativo de sociedad del bienestar, ya que reposa sobre la familia y la comunidad como pilares básicos de la ayuda social, que se ha privatizado.

Este sistema, que recoge tradicionales valores confucianos, se caracteriza también por una muy fuerte dimensión autoritaria. No obstante, Corea del Sur está viviendo una cierta apertura democrática, que llevó a la presidencia en las elecciones de 1992 al hasta entonces dirigente opositor, Kim Young Sam. Éste, junto a las consecuencias de la globalización económica, ha hecho de la lucha contra la corrupción uno de los ejes de una política que ha llevado al encarcelamiento de dos antiguos presidentes, en un tirar de la manta que sigue desvelando nuevos escándalos del antiguo régimen.

Justamente por este proceso de cambio, el rey Juan Carlos, como figura clave de la transición española, personaliza una experiencia que es también uno de los haberes de España cuando se relaciona con otros países en trance democratizador.El deseo expresado por el Rey de una reunificación pacífica de las dos Coreas refleja, por otra parte, el problema de seguridad en el que se mueve el desarrollo de Corea del Sur, especialmente cuando, como estos días, Corea del Norte amenaza con seguir desarrollando cohetes de largo alcance.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Si la visita del Rey ha favorecido la venta de aviones Casa CN-235 a Corea, en competencia con Indonesia, o la apertura del mercado surcoreano a las naranjas españolas, mejor que mejor, pues servirá para potenciar la industria española y reequilibrar una balanza comercial inclinada a favor de Corea del Sur. También interesa la presencia asiática en España, como ejemplifican las inversiones contempladas por los gigantes Daewoo o Samsung en plantas españolas.

Archivado En