Tribuna:

Jugar con fuego.

En España tenemos poca experiencia en resolver la través de pactos o acuerdos políticos los problemas relativos a la estructura del Estado. La tendencia en el país en estos tres últimos siglos ha sido mas bien la de enfrentamientos "no-políticos" cuando de esta cuestión se trataba.Pero el que tengamos poca no quiere decir que no tengamos ninguna. También en este terreno se ha avanzado mucho desde la muerte del general Franco y el comienzo de la transición democrática. Y sobre lo que se ha avanzado y sobre todo sobre la forma en que se ha avanzado creo que vale la pena reflexionar, a fin de no ...

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En España tenemos poca experiencia en resolver la través de pactos o acuerdos políticos los problemas relativos a la estructura del Estado. La tendencia en el país en estos tres últimos siglos ha sido mas bien la de enfrentamientos "no-políticos" cuando de esta cuestión se trataba.Pero el que tengamos poca no quiere decir que no tengamos ninguna. También en este terreno se ha avanzado mucho desde la muerte del general Franco y el comienzo de la transición democrática. Y sobre lo que se ha avanzado y sobre todo sobre la forma en que se ha avanzado creo que vale la pena reflexionar, a fin de no cometer errores que pueden tener consecuencias difícilmente, reversibles o que pueden conducir a conflictos de muy difícil solución.

¿Qué es lo que nos enseña nuestra reciente experiencia democrática en relación con la estructura del Estado?

1º. Que se trata de una cuestión en la que tiene que producirse el acuerdo entre el centro-derecha y el centro-izquierda españoles. Unicamente cuando esto ocurre, el pacto político se traduce en una estructura del Estado viable y operativa y en una estructura con legitimidad en el conjunto del país.

2º. Que se trata de un terreno en el que el cento-derecha y el centro - izquierda españoles están condenados a entenderse "en solitario". La experiencia enseña que no hay pacto autonómico que acabe siendo suscrito por los partidos nacionalistas o regionalistas. Así ocurrió con los Pactos Autonómicos de 1981 con la UCD en el gobierno y el PSOE en la oposición, a pesar de los esfuerzos que se hicieron después de la' traumática experiencia del 23-F para que el acuerdo fuera lo más amplio posible. Así volvió a ocurrir en 1992 con los segundos Pactos Autonómicos entre el PSOE en el gobierno y el PP en la oposición. La experiencia enseña que partidos que son "constitutivamente " parciales desde una perspectiva territorial, como son los nacionalistas o regionalistas, no pueden suscribir nunca un pacto general sobre al estructura del Estado como un todo. Eso sólo lo pueden hacer partidos de ámbito estatal, que son los únicos que pueden definir una estructura del Estado, que no sea la de nadie al cien por cien y que, precisamente por eso, pueda ser aceptable para todos.

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3º. Cuando se olvida esto y el pacto relativo a la estructura del Estado se produce entre uno de los dos grandes partidos nacionales españoles y los partidos nacionalistas, la parcialidad territorial del mismo no sólo lo hace sospechoso sino que lo convierte en ilegítimo para el conjunto del país. Así le ocurrió a la UCD cuando intentó interpretar la Constitución en clave "nacionalista". Así le ocurrió, aunque en una dimensión menor, al PSOE después del 6 de junio de 1993. Y así le está ocurriendo al PP en estos momentos con un alcance que ya veremos cuál es.

Una cosa es la participación de los partidos nacionalistas en la "dirección política" del Estado y otra muy distinta es que sean ellos quienes acaben definiendo "la estructura" del Estado. La primera es una operación no sólo legítima, sino que es una asignatura Pendiente de la democracia española, que ya debería haberse aprobado. La segunda es una operación inevitablemente parcial desde un punto de vista territorial, que no puede ser aceptada por la sociedad española.

Esto es lo que está en juego con el nuevo modelo de financiación autonómica. Por eso creo que estamos jugando con fuego. Ojalá me equivoque.

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