Cartas al director

Aprender a gobernar

Aprender a gobernar es necesario, nadie nace con conocimientos previos, y eso es lo que está ocurriendo, hoy y ahora, en quien tiene la orden de gobernar; por tanto, hay que aprender. Los que comienzan un nuevo viaje deben tener guías para el mismo; leerlas con detenimiento e ir acondicionando pasos. Los ciudadanos queremos que las personas que elegimos y pagarnos para este delicadísimo trabajo cumplan, pues han sido elegidas por unas promesas de trabajo, honestidad y eficiencia vertida por ellos, que deben cumplir o al menos intentarlo. Los políticos ansían el poder y tratan de conseguirlo af...

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Aprender a gobernar es necesario, nadie nace con conocimientos previos, y eso es lo que está ocurriendo, hoy y ahora, en quien tiene la orden de gobernar; por tanto, hay que aprender. Los que comienzan un nuevo viaje deben tener guías para el mismo; leerlas con detenimiento e ir acondicionando pasos. Los ciudadanos queremos que las personas que elegimos y pagarnos para este delicadísimo trabajo cumplan, pues han sido elegidas por unas promesas de trabajo, honestidad y eficiencia vertida por ellos, que deben cumplir o al menos intentarlo. Los políticos ansían el poder y tratan de conseguirlo afanosamente. Debían tener ética, escrúpulo y respeto, pero nos demuestran lo contrario.Los resultados de sus acciones se reflejan en el constante mayor sacrificio de todos los ciudadanos, que vemos cómo tenemos que soportar año tras año mayores cargas, pues los gastos que se inventan para desarrollar sus egolatría son lacerantes y abusivos. Se debe dar ejemplo público e individual de sueldos y trabajo para agradecer con votos o demandar sin ellos a los participantes. Por tanto, exijo, desde el punto lejanísimo que me corresponde como ciudadano cumplidor, una mayor compostura de todo orden, en todos los políticos que debe ser espejo plano en se refleje su figura limpia. La perfección no la exijo, pues no existe en nadie. Sí lo demás. Lo bueno del sistema es que, por lo menos cada cuatro años podamos borrar nombres y poner otros, pues advertimos lo inconveniente instantáneamente y tomamos nota.

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