Íntimos desconocidos

L. O. En aplicación del "no hay mal que por bien no venga" durante los paseos por hospitales y casas de socorro entre Julio Torreblanca y Goretti Olivé -dos absolutos desconocidos hace una semana existe ya una profunda amistad. "Estas cosas unen mucho" dice Goretti.

Ella se siente culpable en cierto modo y no ha dejado e acompañarle de un sitio a otro. En los pasillos del metro y de los hospitales se ha enterado de que Julio trabajó en un periódico peruano de izquierdas y que llegó a España en 1991, tras la llegada al poder de Alberto Fujimori, buscando algún modo de escapar a las duras...

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L. O. En aplicación del "no hay mal que por bien no venga" durante los paseos por hospitales y casas de socorro entre Julio Torreblanca y Goretti Olivé -dos absolutos desconocidos hace una semana existe ya una profunda amistad. "Estas cosas unen mucho" dice Goretti.

Ella se siente culpable en cierto modo y no ha dejado e acompañarle de un sitio a otro. En los pasillos del metro y de los hospitales se ha enterado de que Julio trabajó en un periódico peruano de izquierdas y que llegó a España en 1991, tras la llegada al poder de Alberto Fujimori, buscando algún modo de escapar a las duras medidas económicas que se aplicaron desde entonces. Tenía un amigo en España y a él acudió. Tras dos años en la ilegalidad consiguió asilo político. "Yo no estaba perseguido políticamente en mi país, pero no me quedó más remedio que alegar ese tipo de problemas para poder quedarme en España", razona. Luego disfrutó durante otro año de un permiso de residencia. Ahora vuelve a ser un ilegal, pero espera que el Gobierno le regale los papeles que necesita con el último proceso de regularización que concluyó en agosto.

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