La prensa belga acusa a los jueces de complicidad con la red del pederasta

Bélgica era una balsa de aceite en calma. El aceite, ahora, hierve, por obra y gracia del caso del pederasta-asesino Marc Dutroux. La prensa acuso ayer a vanos magistrados de Charleroi -sin nombrarlos- de estar involucrados en la red del delicuente. El fiscal de la ciudad reclamó su buen nombre. El fiscal de Mons, padre de uno de los implicados, pidió la excedencia. Varios de los periódicos sesudos acusaron ayer a "algunos magistrados, policías judiciales y tres gendarmes" de estar implicados en redes mafiosas de chantaje y de robos de automóviles de Charleroi, de las que los crímenes de Dutro...

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Bélgica era una balsa de aceite en calma. El aceite, ahora, hierve, por obra y gracia del caso del pederasta-asesino Marc Dutroux. La prensa acuso ayer a vanos magistrados de Charleroi -sin nombrarlos- de estar involucrados en la red del delicuente. El fiscal de la ciudad reclamó su buen nombre. El fiscal de Mons, padre de uno de los implicados, pidió la excedencia. Varios de los periódicos sesudos acusaron ayer a "algunos magistrados, policías judiciales y tres gendarmes" de estar implicados en redes mafiosas de chantaje y de robos de automóviles de Charleroi, de las que los crímenes de Dutroux sólo constituirían la porción más brutal.El fiscal de la ciudad, Thierry Marchandise, salió, lleno de "indignación", en defensa de los jueces y anunció que acababa de escribir al ministro de Justicia reclamando que "una autoridad adecuada" aclarase esas acusaciones. Al poco rato, un colega de Marchandise venía a ratificar que algo huele a podrido en el mundo judicial belga. El procurador del Rey [fiscal] de Mons hacía pública su petición de excedencia temporal, en beneficio del "interés público". Sobre su hijo, Phillippe Demanet, pesa la acusación de simular el robo de un automóvil Porsche en 1993, en conexión con otros dos miembros del clan de Dutroux, en su vertiente de red de tráfico. de coches robados.

Estado de sospecha

Otra muestra del estado de sospecha permanente que se instala en la placentera sociedad belga es la dramática advertencia pública lanzada por el, padre de Marc Dutroux, Víctor, quien aconsejó al presunto asesino que denuncie a "sus protectores" para evitar, que "sea suicidado" en su celda. Más todavía: jueces, policías e implicados en el caso no se desplazan en los últimos días si no es bajo la protección de chalecos antibalas.Casi los únicos que salvan la cara en este asunto son los investigadores. Ayer finalizaron sus pesquisas en la casa de Dutroux situada en Jumet, en las afueras de Charleroi, donde el martes hallaron los cadáveres de las adolescentes An y Eefje. Pero multiplicaron sus averiguaciones en otras viviendas del monstruo de Charleroi, así como en la de un chatarrero cómplice suyo.

También ayer, el rey Alberto II logró recuperar algo de su imagen perdida. Los padres de la niña Melissa Russo, -una de las víctimas de Dutroux- accedieron a participar en una audiencia con el rey. Los señores Russo habían impedido la presencia de un representante de la Casa Real en los funerales de su hija, molestos porque durante un año Alberto II no contestó las cartas de socorro que le enviaron. Con el balón de oxígeno de esta visita, el monarca emitió un comunicado en el que prometía vigilar, junto al ministro de Justicia, para que "se haga total claridad sobre este drama y sus implicaciones".

[Por otra parte, los, cadáveres descubiertos el martes en el congelador del restaurante libanés Baalbeck de Bruselas correspon den a tres mujeres, aún sin ¡dentificar por el avanzado estado de descomposición en que se encuentran, informa la agencia Efe].

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