Tribuna:

Gálvez

"Venía recordando / a Pedro Luis de Gálvez, el poeta / que más ha padecido en el planeta... ". Así se decía, en los años treinta, de un olvidado personaje de la bohemia madrileña, si es que se puede llamar bohemia a la trágica vida de un Madrid hambriento muy diferente de aquel Madrid ateniense, intelectual y literario, de que hablaba Valle-Inclán. Llega ahora Pedro Luis de Gálvez a la actualidad de la mano de Francisco Rivas, antólogo y prologuista de sus poemas de guerra.Gálvez, malagueño de 1882, tuvo una vida de miseria y cárceles. Rivas promete una biografía suya que será interesa...

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"Venía recordando / a Pedro Luis de Gálvez, el poeta / que más ha padecido en el planeta... ". Así se decía, en los años treinta, de un olvidado personaje de la bohemia madrileña, si es que se puede llamar bohemia a la trágica vida de un Madrid hambriento muy diferente de aquel Madrid ateniense, intelectual y literario, de que hablaba Valle-Inclán. Llega ahora Pedro Luis de Gálvez a la actualidad de la mano de Francisco Rivas, antólogo y prologuista de sus poemas de guerra.Gálvez, malagueño de 1882, tuvo una vida de miseria y cárceles. Rivas promete una biografía suya que será interesante para conocer más del Madrid de la época. En uno de sus Retratos contemporáneos, Ramón Gómez de la Serna pinta a Gálvez como pícaro, sablista y pedigüeño. Tenía, dice, una lista de dadores o, donantes, de duros, que a veces arrendaba a algún amigo. Hacía el "negocio de la extremaunción: un colaborador suyo iba a avisar al cura de que Gálvez se estaba muriendo. El cura iba siempre a la casa mortuoria acompañado de las damas de la Asistencia al Agonizante y ellas dejaban un billete de 10 duros bajo la almohada del falso moribundo.

En los primeros días de la guerra, Ramón vio a Gálvez armado con dos pistolas y un máuser. "Aquel día decidí salir para América", dice. Pero Ramón cuenta también que Gálvez salvó a Ricardo Zamora, el portero internacional de fútbol. Y que hizo lo posible por salvar a otros. Emilio Carrere contaba que asaltó su casa y le amenazó. Pero que se fue después de haberle pedido que recitara su poema La musa del arroyo..

Fue fusilado al terminar la guerra. Queda el recuerdo de su disparatada vida y un florilegio de sonetos de corte clásico. Conocía algunos (a los que añado los que publica Rivas), como aquel autorretrato que termina: "De fracaso en fracaso va rodando mi suerte. Espero resignado la hora de la muerte. ¡Qué me importan los hombres ni la gloria ni nada! / Por caridad, hermanos, dadme un vaso de vino / y abandonarme luego en brazos del destino, / que él arrastre -¡si puede!- mi existencia cansada ..."

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