Entrevista:

"La ampliación de la UE no dañará la solidaridad con sus regiones pobres"

Monika Wulf-Mathies (Wernigerode, 1942), socialdemócrata y antigua presidenta del Sindicato de Servicios Públicos y Transportes alemán, es la comisaría de la Política Regional comunitaria y del Fondo de Cohesión. Los Casandras dicen que la ampliación de la Unión Europea (UE) al Este drenará todos los recursos de la solidaridad con las actuales regiones más pobres de la Unión. Contra ellos, la Comisaria asegura la continuidad de la política estructural que las beneficia (España obtiene seis billones de pesetas entre 1994 y 1999). No, se verá mermada, pero habrá que mejorarla, concentrarla y hac...

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Monika Wulf-Mathies (Wernigerode, 1942), socialdemócrata y antigua presidenta del Sindicato de Servicios Públicos y Transportes alemán, es la comisaría de la Política Regional comunitaria y del Fondo de Cohesión. Los Casandras dicen que la ampliación de la Unión Europea (UE) al Este drenará todos los recursos de la solidaridad con las actuales regiones más pobres de la Unión. Contra ellos, la Comisaria asegura la continuidad de la política estructural que las beneficia (España obtiene seis billones de pesetas entre 1994 y 1999). No, se verá mermada, pero habrá que mejorarla, concentrarla y hacerla más eficiente.Pregunta. ¿Seguirá siendo necesaria la política estructural en el año 2000?.

Respuesta. Sí. Los objetivos de reducir las diferencias de ingresos, equiparar infraestructuras y derribar las desventajas entre zonas seguirán siendo válidos, porque las diferencias persisten. Son mayores dentro de la UE que en Estados Unidos o en Australia. La experiencia demuestra que las diferencias de renta e infraestructuras sólo se reducen a largo plazo, con una política persistente. Ésta debe proseguir en el futuro para mejorar la capacidad de competir de las regiones menos fuertes, incrementar su participación en el mercado interior, mejorar la calificación de los trabajadores y ayudarles así a encontrar empleo.

P. Algunos critican los escasos resultados de esta política.

R. La política estructural no se puede evaluar por sí sola, desligada de las políticas nacionales, de los ciclos, de los procesos de reestructuración. No alcanza el 0,5% del PIB comunitario, de modo que no es capaz de obrar milagros de hoy para mañana. Pero es innegable que la posición de los cuatro países más débiles de la Unión -Irlanda, España, Portugal y Grecia- ha mejorado en los últimos años. En 1980, el PIB de Irlanda suponía el 62% del medio comunitario; hoy alcanza el 90%. Es el país prodigio.

P. También es el que lleva más tiempo recibiendo subvenciones.

R. La duración de las ayudas desempeña un papel importante, los resultados se logran a largo plazo. Pero también influye la calidad de la Administración y la involucración de los agentes económicos y sociales en una política económica, orientada a la estabilidad. Lo que puede hacer la Unión es siempre adicional. No basta por sí solo para sanear las finanzas públicas.

P. Algunos ven la ampliación de la Unión Europea al Este como un peligro para la política de cohesión. Pero usted ha sostenido ante el Parlamento alemán que esa ampliación se puede hacer sin coste.

R. Me limité a la política estructural, sin entrar en la agrícola. Nadie tiene que temer que la ampliación perjudique a la solidaridad. Nadie debe albergar dudas sobre el futuro, porque la Unión seguirá apoyando a las regiones más débiles. Frente a quienes sugerían que la ampliación supondría doblar los fondos estructurales, he lanzado otra hipótesis: si la UE les sigue dedicando entre el 2000 y el 2006 el mismo porcentaje de recursos que entre 1994 y 1999 -el 0,46% del PIB comunitario-, la política estructural podrá disponer de un 30% de créditos suplementarios. -Es decir, pasará en media anual de 28.000 millones de ecus (4,5 billones de pesetas) a 37.000 millones (5,9 billones).

P. ¿Más recursos con el mismo esfuerzo?

R. Sí, sin más cargas para el ciudadano, porque en ese periodo habrá un crecimiento económico importante. Mi cálculo se basa en que sea del 2% anual. Si esto es así, con un 30% más de recursos -lo que supondrá 260.000 millones de ecus (41,6 billones de pesetas) en el periodo 2000 a 2006- podremos apañarnos para seguir prestando ayuda a las actuales zonas débiles, aunque sin incrementarla, y al mismo tiempo concentrarnos sobre los. nuevos socios. Estos se integrarán paulatinamente, no de golpe. Pero en cualquier caso quizá haya que hacer una reserva, quizá del 20% del total, para apoyarles desde el principio. También podemos pensar otros modelos de reparto basados en incrementar los fondos para las regiones más débiles y disminuir los proyectos en otras.

P. Mantener y no incrementar ¿No es poco ambicioso? ¿No se corre el peligro de que, si no pide más, luego se le regateen inclusolos recursos actuales?

R. Ni un solo Estado miembro ha manifestado estar dispuesto a aumentar su contribución. Ni España ni Alemania. Luego, sería peligroso levantar falsas expectativas. Mi propuesta persigue, al contrario, evitar que quienes más deben contribuir pidan una reducción masiva, al concluir que la doble solidaridad, hacia los antiguos y hacia los nuevos, resulta imposible de financiar. Seamos realistas. La Comisión Europea propuso dedicar parte del dinero agrícola sobrante a políticas de empleo. Pero los Gobiernos han reclamado su devolución a los presupuestos nacionales.

P. Es poca ambición, porque en 1999 la Unión deberá ser, económicamente feliz: los déficit públicos estarán controlados, nacerá el euro. Y aunque siga el rigor, se abrirá espacio para políticas más expansivas.

R. ¡Su palabra en el oído de Dios! Espero que ese futuro tan rosa nos ahorre discusiones Pero prefiero empezar con una hipótesis realista y preocuparme de hacer más eficiente la actual política. Las batallas por lograr recursos financieros que a veces no se gastan son inadecuadas para impulsar el desarrollo regional.

P. España habrá recibido, entre 1994 y 1999, 36.880 millones de ecus, seis billones de pesetas. ¿Dispondrá de más o de menos recursos entre el 2000 y el 2006?

R. La pregunta no tiene sentido; parte de la base de que no habrá cambios ni margen de maniobra dentro de la masa financiera total. Yo parto de la base de que habrá posibilidad de modificar el reparto, incrementando las dotaciones a las regiones débiles de los países de la cohesión en detrimento de los países ricos. Pero no calculo por países, sino por zonas. La Comisión Europea y los Gobiernos deberemos ahora analizar las medidas y proyectos que han tenido mayor éxito y concentrarnos en éstos. Debemos pasar de la de mejora de infrastructuras -ya bastante realizadas- a un verdadero concepto de desarrollo regional integrado, que internacionalice las empresas.

P. Usted misma critica el efecto regadera de los fondos.

R. Debemos concentrarnos geográficamente en las regiones o poblaciones más débiles. No es razonable ni eficiente que más del 50% de la población comunitaria, es decir, uno de cada dos ciudadanos, sea beneficiaria de los fondos. Y debemos concentrarnos temáticamente en el empleo. Con la tasa de paro que hay en España, ése debería ser también el objetivo de su país.

P. El Pacto de Confianza para el Empleo propuesto por Jacques Santer falleció en la cumbre de Florencia.

R. Los diarios destacaron el asunto de las redes de transporte. Pero olvidaron que el Consejo Europeo hizo suya la idea de que los márgenes disponibles de los fondos estructurales se usen para los pactos territoriales de empleo. Voy a formular propuestas concretas. Contra lo que usted critica, en el asunto del empleo soy muy ambiciosa y muy tozuda. Los pactos territoriales de empleo han empezado. Y el presidente del Comité de las Regiones, Pasqual Maragall, está empeñado en dar más dimensión a los ejemplos positivos. Vamos a colaborar.

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