Cartas al director

Discriminación

Recientemente un familiar mío se presentó a las oposiciones para el ingreso en las academias militares, y es triste comprobar que un cuerpo por el que uno siente la más profunda admiración y respeto (provengo de familia militar) se rija todavía por la más severa injusticia. Es lamentable que una persona, en este caso mujer, que ha pasado los últimos tres años de su vida preparando estas oposiciones con total ahínco y dedicación no pueda desempeñar una profesión que lleva en la sangre porque, simplemente, apoyó inadecuadaPasa a la página siguiente

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Recientemente un familiar mío se presentó a las oposiciones para el ingreso en las academias militares, y es triste comprobar que un cuerpo por el que uno siente la más profunda admiración y respeto (provengo de familia militar) se rija todavía por la más severa injusticia. Es lamentable que una persona, en este caso mujer, que ha pasado los últimos tres años de su vida preparando estas oposiciones con total ahínco y dedicación no pueda desempeñar una profesión que lleva en la sangre porque, simplemente, apoyó inadecuadaPasa a la página siguiente

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mente las manos a la hora de saltar el caballo. Pero es deplorable comprobar que ese mismo error, y otros muchos más graves, fueron cometidos por otras personas que sí fueron admitidas. La única diferencia estriba en que eran varones. Este acto no deja de demostrar que aún hoy día un Ejército tan digno y del que, repito, me siento completamente orgulloso, siga siendo incapaz de admitir que hay mujeres que son capaces de desempeñar un cargo tan relevante como el de oficial del Ejército con la misma solvencia, o más, que muchos otros varones.-

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