Carta a un majadero
El lunes 15 de julio llegué a Gorliz, Vizcaya, estación que conozco desde 1965: la playa, la ría, el ambiente, el paseo hasta el faro, la gente que viene de Bilbao en trenes enteros, el hostal, siempre el mismo, y Plencia, y Algorta, y Barrika... Todo lo que hace el encanto de un lugar. El miércoles 17 de julio escogiste el coche francés del aparcamiento, a unos cien metros de la playa, para romper un cristal sin robar nada. ¿No tuviste tiempo? Crees que sólo has roto el cristal de un coche. Pero también has roto un poco de mi amor indefectible por España.Estoy enfadado, claro. Pero qu...
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El lunes 15 de julio llegué a Gorliz, Vizcaya, estación que conozco desde 1965: la playa, la ría, el ambiente, el paseo hasta el faro, la gente que viene de Bilbao en trenes enteros, el hostal, siempre el mismo, y Plencia, y Algorta, y Barrika... Todo lo que hace el encanto de un lugar. El miércoles 17 de julio escogiste el coche francés del aparcamiento, a unos cien metros de la playa, para romper un cristal sin robar nada. ¿No tuviste tiempo? Crees que sólo has roto el cristal de un coche. Pero también has roto un poco de mi amor indefectible por España.Estoy enfadado, claro. Pero quiero que sepas, majadero, que volveré; y también que la imagen de Euskadi depende de cada individuo, paisano o turista, y con acciones idiotas como la tuya nadie va a ganar nada. Absolutamente nada.-