Editorial:

Criminales de guerra

EL TRIBUNAL Internacional Penal (TIP) no podía haber elegido un día más significativo para lanzar desde La Haya la orden de busca y captura contra los dos principales líderes serbobosnios acusados de crímenes de guerra y genocidio: Radovan Karadzic y el general Ratko MIadic. Justo un año después de la terrible matanza de miles de musulmanes en Srebrenica, el TIP reiteró ayer las acusaciones contra estos dos dirigentes, que, según testigos, organizaron, y en el caso de MIadic, dirigieron y presenciaron ese horrible crimen, junto con otros muchos más.El TIP ha acusado, que no condenado, a Karadz...

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EL TRIBUNAL Internacional Penal (TIP) no podía haber elegido un día más significativo para lanzar desde La Haya la orden de busca y captura contra los dos principales líderes serbobosnios acusados de crímenes de guerra y genocidio: Radovan Karadzic y el general Ratko MIadic. Justo un año después de la terrible matanza de miles de musulmanes en Srebrenica, el TIP reiteró ayer las acusaciones contra estos dos dirigentes, que, según testigos, organizaron, y en el caso de MIadic, dirigieron y presenciaron ese horrible crimen, junto con otros muchos más.El TIP ha acusado, que no condenado, a Karadzic y a MIadic. Nuevas pruebas están surgiendo estos días en diversos lugares de Bosnia-Herzegovina, donde se están desenterrando cadáveres -algunos con las manos atadas- de centenares de personas que fueron asesinadas en masa. La comparecencia de Karadzic y MIadic ante este tribunal permitiría restablecer la credibilidad de una comunidad internacional que a la vez ha hecho tanto y tan poco en Bosnia-Herzegovina y sentir las bases para un mejor futuro.

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La busca de los acusados no puede en ningún caso resultar difícil -las fuerzas sobre el terreno deben saber perfectamente dónde se encuentran-, pero su captura puede resultar más problemática. El tribunal ha dictado la orden de busca y captura contra Karadzic y MIadic, pero, a diferencia de lo que ocurre con los tribunales nacionales, el de La Haya carece de una policía que cumpla sus resoluciones. Ha mandado la orden a todos los Estados y señala que también la dirigirá, si lo considera necesario, a la Ifor, la fuerza de aplicación de los acuerdos de paz de Dayton, que opera bajo mando de la OTAN. Pero la OTAN no está por la labor. De hecho, éste es un problema obviado en Dayton y que se ha planteado repetidas veces.

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Para la OTAN, una cosa es que los soldados aliados se tropiecen con los buscados en una operación rutinaria de control o patrulla -llevan pasquines con las fotos de los acusados- y otra bien distinta que salgan en su persecución. Y no sólo porque correrían peligro las vidas de los soldados de la fuerza internacional, sino porque algunos países temen que la detención de Karadzic y MIadic generaría una reacción adversa, e incluso violenta, en los serbobosnios -que los consideran héroes-, como quedó patente recientemente en el reciente amago contra el cuartel en el que se supone que está refugiado el general. Así, la captura de los dos presuntos criminales de guerra podría echar por tierra los avances hacia la paz logrados desde el acuerdo de Dayton. La OTAN está ante un dilema grave, y se juega en esto su respetabilidad, ante el clamor internacional para llevar a los encausados a La Haya.

En la búsqueda de culpables, tras una semana de espeluznantes testimonios, el alto tribunal no se ha centrado únicamente en estos acusados, sino que ha puesto también sobre el tapete la posible responsabilidad del presidente serbio, Slobodan Milosevic. Ha pedido al procurador que investigue el plan concebido por Milosevic y Karadzic "para crear, por medio de la violencia, un nuevo Estado" compuesto por los serbios de Bosnia. Bien está, pese a que la referencia del TIP a Milosevic no contribuirá a serenar unos ánimos que parecen caldeados.

No obstante, un año después de la matanza de Srebrenica, la situación de Bosnia-Herzegovina ha mejorado sobremanera. No hay guerra -otra cosa sería decir que hay paz- y ha empezado la reconstrucción, aunque la reconciliación tardará, si es que llega, varias generaciones. Y el TIP ha señalado con el dedo a unos -no a todos aún, ni de todos los bandos- acusados que deben acabar en el banquillo en La Haya. Todo un progreso.

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