Cartas al director

'Noche colombiana'

El artículo de Mario Vargas Llosa sobre la llamada "noche colombiana" merece una glosa, pues no hace justicia a la realidad nacional ni contribuye a la solución democrática de la crisis. En efecto, aunque la responsabilidad presidencial en el escándalo del proceso 8.000 sea evidente para muchos, y la corrupción se haya convertido en la continuación de la política por otros medios, el panorama dista mucho de ser simple y no puede despacharse con el maniqueísmo de que hace gala el articulista. PeorPasa a la página siguiente Viene de la página anterior

aún, el tono vitriólico...

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El artículo de Mario Vargas Llosa sobre la llamada "noche colombiana" merece una glosa, pues no hace justicia a la realidad nacional ni contribuye a la solución democrática de la crisis. En efecto, aunque la responsabilidad presidencial en el escándalo del proceso 8.000 sea evidente para muchos, y la corrupción se haya convertido en la continuación de la política por otros medios, el panorama dista mucho de ser simple y no puede despacharse con el maniqueísmo de que hace gala el articulista. PeorPasa a la página siguiente Viene de la página anterior

aún, el tono vitriólico del comentario impide dar cuenta de la complejidad de la situación colombiana, que se caracteriza precisamente por su conflictividad y su inestabilidad.

El articulista ignora las causas estructurales de la crisis, como el conflicto armado interno, el colapso de la justicia penal y la política norteamericana frente al narcotráfico, y toma partido por la Fronda empresarial que ha intentado sin éxito postularse como alternativa mesiánica al callejón sin salida en que parece estar la Administración actual.

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Más, allá de los tópicos moralizantes, la tragedia política de Colombia no puede verse como una disputa sin fin entre los buenos empresarios y los malos políticos, entre los buenos militares y los malos guerrilleros o entre los buenos ciudadanos y los malos gobernantes, sino más bien como el prolongado y violento proceso de modernización de una sociedad desordenada e injusta, desordenada en tanto injusta, que aún no ha encontrado su identidad colectiva y que todavía no ha aprendido que el verdadero patriotismo es el de la Constitución, y que la única utopía es la de los derechos humanos.- .

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