Tribuna

Menos presidente

El primer año del Gobierno de Ruiz-Gallardón ha defraudado las expectativas de un sector de la opinión pública. No la de los socialistas, que ya expresamos que supondría un retroceso serio. La realidad no ha hecho sino confirmar nuestras previsiones. Si con motivo del debate del primer presupuesto del PP criticamos con firmeza el brutal incremento de la deuda, dijimos que era un grave error reducir la inversión y que el "plan de choque contra el paro" quedaría en papel mojado, hoy, tras los severos recortes decididos recientemente en áreas como la infraestructura del transporte, el medio ambie...

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El primer año del Gobierno de Ruiz-Gallardón ha defraudado las expectativas de un sector de la opinión pública. No la de los socialistas, que ya expresamos que supondría un retroceso serio. La realidad no ha hecho sino confirmar nuestras previsiones. Si con motivo del debate del primer presupuesto del PP criticamos con firmeza el brutal incremento de la deuda, dijimos que era un grave error reducir la inversión y que el "plan de choque contra el paro" quedaría en papel mojado, hoy, tras los severos recortes decididos recientemente en áreas como la infraestructura del transporte, el medio ambiente o la vivienda, no nos cabe sino acentuar la crítica. A julio del 96 ya no vale la teoría de la herencia socialista, y los hechos nos dicen que el PP carece de soluciones y de políticas innovadoras: no se recortó el gasto en personal, sino que se incrementó de un modo notable. No se ha construido una sola vivienda nueva. El plan antidrogas ha sufrido serios recortes, y las listas de espera del Gregorio Marañón casi se han duplicaqo y el centro cultural El Aguila está en el dique seco.En junio de 1995 veíamos a un Ruiz-Gallardón exultante, políticamente fuerte. Sin embargo, hoy, cuando sus correligionarios ocupan el Gobierno de la nacíón, el presidente de la Comunidad aparece como un dirigente débil, que intenta mantener sus compromisos políticos a duras penas no ya frente a la terca realidad que los ha hecho naufragar, sino frente a la acción sandwich de un Gobierno de Aznar que previsiblemente recortará aún más las inversiones en Madrid y frente a un alcalde de la capital que tiende a hacer oídos sordos a las competencias autonómicas y a las políticas del Gobierno regional. Caja Madrid, la Fundación Teatro Lírico, meses atrás Cablevisión, han sido muestras de esa prevalencia aznarista sobre las políticas regionales que ha lleva do de derrota en derrota al señor Ruiz-Gallardón. La privatización de Telemadrid con la previsible ayuda de CiU o la reducción del IAE (que no ha evitado el crecimiento del paro en casi 50.000 personas) son un frágil balance a un año vista. Si a ello añadimos el re cuerdo de sustantivos como Remondo, o Maella, o "serenos", habremos de concluir que el "año Gallardón" no es para tirar cohetes. Hoy, Ruiz Gallardón es menos presidente que en julio del 95. Y no desde un punto de vista temporal. Esa es la realidad.

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Jaime Lissavetzky es secretario general de la FSM-PSOE.

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