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La confianza del público en los medios depende de su rigor e imparcialidad, según Polanco

Debate sobre la democracia y la libertad de prensa convocado por EL PAÍS

La confianza del público en los medios depende del rigor de sus informaciones, así como de la imparcialidad y la honestidad para reconocer los errores cometidos. Todo ello forma parte esencial de la responsabilidad con que editores y periodistas deben ejercer su función de mediadores y que puede serles retirada en cualquier momento. Esta defensa del periodismo de calidad, unida a la colaboración leal entre editores y periodistas, fueron algunas de las reflexiones realizadas ayer por Jesús Polanco, presidente del Grupo PRISA, en el encuentro Democracia y medios de comunicación: la libertad de p...

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La confianza del público en los medios depende del rigor de sus informaciones, así como de la imparcialidad y la honestidad para reconocer los errores cometidos. Todo ello forma parte esencial de la responsabilidad con que editores y periodistas deben ejercer su función de mediadores y que puede serles retirada en cualquier momento. Esta defensa del periodismo de calidad, unida a la colaboración leal entre editores y periodistas, fueron algunas de las reflexiones realizadas ayer por Jesús Polanco, presidente del Grupo PRISA, en el encuentro Democracia y medios de comunicación: la libertad de prensa en el umbral del nuevo milenio, convocado por EL PAÍS entre personas destacadas de numerosos países.

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Polanco no ocultó su preocupación por "algunas conjeturas" que, basadas en sondeos de opinión, indican que, ante determinados acontecimientos, "nuestros clientes dudan de la independencia con la que son explicados y de la veracidad de lo que publicarnos".El presidente del Grupo PRISA se preguntó si la falta de calidad de la información tiene que ver con el hecho de que España es uno de los países de la OCDE con menor número de lectores por habitante -salvo en los diarios de referencia, en que los niveles de lectura españoles son análogos a los europeos- o con la juventud del periodismo en España, que "apenas tiene veinte años", pues "sólo se puede hablar de periodismo en sus términos más estrictos cuando existe libertad".

Polanco también echó de menos una mejor formación permanente de los periodistas. En este punto citó la perplejidad de los cuadros de mando de un periódico para explicar -y explicar a sus lectores- cómo el crecimiento del empleo en los Estados Unidos provocaba caídas en Wall Street.

Rigor empresarial

"Pero la falta de rigor no sólo atañe a los periodistas, sino a las propias empresas de comunicación", añadió. Aludió a un magnate de la comunicación, recientemente fallecido [Robert Hersant] que decía que no se necesitaba dinero para hacer un periódico; y ahora, cuando se trata de contabilizar lo que ha dejado, todo el mundo se interroga sobre el volumen real de la cifra de negocios de su grupo y por la magnitud de su deuda.

"Estas situaciones no mejoran, precisamente, la credibilidad de los medios y la imagen de independencia que deben tener", señaló Polanco, quien comentó también otra frase del mismo magnate -"si no hubiera periodistas, los editores seríamos felices"- recordando otra del intelectual Raymond Aron cuando tuvo que dimitir tras la entrada de aquel en su periódico: "Es normal que el propietario de un grupo de prensa ejerza una influencia en los periódicos que le pertenecen. Pero que la misma persona quiera ser a la vez propietario, gestor, director político, editorialista y candidato a las elecciones constituye una amalgama de propósitos ínaceptables".

Además de llamar a la colaboración leal entre editores y periodistas, el catálogo de problemas pendientes para el presidente de PRISA se extiende a la ausencia de transparencia de las empresas periodísticas; el vacío de balance y cuentas de resultados públicas y auditadas; el que las juntas de accionistas se celebren a puerta cerrada; las rectificaciones publicadas de manera vergonzante; o las dificultades para conocer quiénes son los auténticos propietarios de los medios.

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