Abogado de los sin voz

En Galicia era todo un símbolo de la justicia democrática, de la defensa de los perseguidos y marginados, del compromiso de una profesión que desempeñó con entrega y desinterés. El abogado Rafael Barez Vázquez falleció en la tarde del pasado lunes en La Coruña, a los 50 años de edad. Había formado parte, electo en las listas del Partido Comunista de Galicia, de la primera corporación democrática coruñesa, desempeñando el cargo de ponente de Urbanismo. En esa responsabilidad será recordado como el diseñador de un plan que ponía fin a la especulación, protegía los espacios verdes, dotaba de serv...

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En Galicia era todo un símbolo de la justicia democrática, de la defensa de los perseguidos y marginados, del compromiso de una profesión que desempeñó con entrega y desinterés. El abogado Rafael Barez Vázquez falleció en la tarde del pasado lunes en La Coruña, a los 50 años de edad. Había formado parte, electo en las listas del Partido Comunista de Galicia, de la primera corporación democrática coruñesa, desempeñando el cargo de ponente de Urbanismo. En esa responsabilidad será recordado como el diseñador de un plan que ponía fin a la especulación, protegía los espacios verdes, dotaba de servicios a los barrios populares y reinventaba La Coruña como una ciudad abierta al mar.Con anterioridad, y desde que vistió la toga de abogado, se había significado en la defensa de militantes antifranquistas y de los pioneros del sindicalismo gallego. Después de los graves sucesos de 1972, en los que dos trabajadores ferrolanos fallecieron por disparos policiales, fue procesado y encarcelado. Tras su paso por la política municipal volvió a la abogacía, compartiendo el laboralismo y el derecho penal, administrativo y civil. Su despacho siempre estaba abierto a los más indefensos. Continuó trabajando en los movimientos profesionales y prestó apoyo y asesoramiento a las organizaciones con fines humanitarios y solidarios, como Xusticia e Sociedade.

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Sensible, cordial y vitalista, adoraba la música de la calle y disfrutaba en el calor de las fiestas populares. Como en el poema de Paul Eluard, puede decirse que murió con los brazos abiertos a la vida.-

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