Pekín, el principal escollo

China es también el escollo. En paralelo a la negociación sobre la eliminación parcial de minas antipersonales se van a desarrollar en Ginebra, a partir del 14 de mayo, otras conversaciones entre 39 países -España es observadora- sobre la prohibición de los ensayos nucleares, para cuyo feliz desenlace el Gobierno de Pekín pone las principales pegas.Deberán concluir, en principio, el 28 de junio, con un acuerdo sobre un tratado de prohibición total de las pruebas nucleares subterráneas (CTBT, según sus siglas inglesas), que se presentará en septiembre a la Asamblea General de las Naciones Unida...

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China es también el escollo. En paralelo a la negociación sobre la eliminación parcial de minas antipersonales se van a desarrollar en Ginebra, a partir del 14 de mayo, otras conversaciones entre 39 países -España es observadora- sobre la prohibición de los ensayos nucleares, para cuyo feliz desenlace el Gobierno de Pekín pone las principales pegas.Deberán concluir, en principio, el 28 de junio, con un acuerdo sobre un tratado de prohibición total de las pruebas nucleares subterráneas (CTBT, según sus siglas inglesas), que se presentará en septiembre a la Asamblea General de las Naciones Unidas y quedará entonces abierto a la firma. Los otros ensayos nucleares -en la atmósfera, en el subsuelo marino y en el espacio- hace más de 30 años que quedaron vetados.

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Las tres potencias atómicas occidentales -Estados Unidos, el Reino Unido y Francia- tienen las ideas muy claras. Respaldan la llamada opción cero qué la delegación de Australia ha plasmado en un texto que prohíbe "cualquier ensayo de explosión de un arma nuclear o cualquier otra explosión nuclear". Los otros dos miembros del club nuclear no la compartían del todo.

Rusia pretendía una redacción más ambigua que le permitiera llevar a cabo explosiones de escasa potencia como la que, supuestamente, realizó en secreto a principios de marzo, según denunció el Pentágono. El presidente Borís Yeltsin se adhirió, sin embargo, el viernes a la opción cero aunque no desmantelará sus instalaciones. China desea, por su parte, poder efectuar "explosiones pacíficas" para uso civil. Los expertos occidentales consideran que se trata de un subterfugio para encubrir actividades militares.

Las divergencias dependen del nivel tecnológico de cada país. Estados Unidos está a punto de empezar ensayos subcríticos o microensayos en laboratorio, con uranio y plutonio envejecidos que no producen reacción en cadena pero que le permiten seguir perfeccionando su arsenal nuclear. Parte de los resultados que logra son comunicados al Reino Unido y, en menor medida, a Francia para que se mantengan al día.

Rusia y China poseen una tecnología comparable para mantener la fiabilidad de sus armas atómicas. Pekín necesitaría proceder a unas noventa pruebas nucleares más para. alcanzar un nivel comparable al de los occidentales. Si no las hace, podría dejar de ser a medio plazo una potencia nuclear operacional. De ahí su empeño en dejar abierta la posibilidad de hacer pruebas supuestamente pacíficas.

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Por esa misma razón, China busca aplazar la entrada en vigor del tratado. Los occidentales quieren que sea considerado vigente en cuanto lo hayan suscrito las cinco potencias nucleares reconocidas. Pekín sugiere que se espere a que lo firme una mayoría de países de la comunidad internacional o, por lo menos, los otros tres Estados con capacidad nuclear (India, Pakistán y China) pero que no admiten oficialmente poseer esas armas.

Junto con China, el otro obstáculo es India. Ambos países reclaman que el tratado lleve aparejada la creación de un comité específico para empezar a negociar un desarme nuclear general y completo según un calendario establecido. De nuevo, Australia ha presentado una propuesta según la cual todas las delegaciones se comprometerían, en términos genéricos, a alcanzar ese objetivo pero sin fijar plazos.

Nueva Delhi también rechaza las inspecciones in situ para comprobar si se ha procedido a algún ensayo, porque considera que se trata de una injerencia en sus asuntos internos. Los sistemas radionucleido, ultrasónico y, sobre todo, sismológico. -España posee una estación en Sonseca- permiten hoy día detectar a distancia -con gran fiabilidad- las explosiones nucleares. Gracias a la teconología moderna, se puede prescindir de lo que los indios llaman las "visitas intrusivas" de inspectores.

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