Infiltrados del norte

Finlandia planta cien abetos y una sauna en el corazón del Lozoya

Escondidos entre los robles, abedules, pinos y acebos del valle del Lozoya viven 100 abetos traídos de Finlandia. No levantan aún más de dos metros del suelo, pero los expertos aseguran que en pocos años multiplicarán por diez su altura y dejarán pequeños a los ejemplares autóctonos que los rodean. Ocupan casi dos hectáreas de terreno frente al monasterio de El Paular, en Rascafría (1.400 habitantes). Ayer, la embajadora finlandesa, Eeva Kristiina Forsman, inauguró la plantación y la definió como "un trocito de Finlandia en Madrid"."Los bosques son los pulmones que permiten respirar a las ciud...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Escondidos entre los robles, abedules, pinos y acebos del valle del Lozoya viven 100 abetos traídos de Finlandia. No levantan aún más de dos metros del suelo, pero los expertos aseguran que en pocos años multiplicarán por diez su altura y dejarán pequeños a los ejemplares autóctonos que los rodean. Ocupan casi dos hectáreas de terreno frente al monasterio de El Paular, en Rascafría (1.400 habitantes). Ayer, la embajadora finlandesa, Eeva Kristiina Forsman, inauguró la plantación y la definió como "un trocito de Finlandia en Madrid"."Los bosques son los pulmones que permiten respirar a las ciudades", explicó la embajadora a una comitiva formada por unas 50 personas que representaban a la Oficina de Turismo de Finlandia, empresarios del sector maderero, la Comunidad y el Ayuntamiento. "Hay que tratarlos como niños. Necesitan mimos y cuidados. Son nuestro legado a las futuras generaciones", dijo.

"Un bosque", continuó, "crea riqueza. Es un atractivo turístico, una industria y una reserva natural. En mi país, desde 1886, está prohibido despilfarrar madera. No podemos cortar más de la que reponemos. En Finlandia, los bosques, en vez de disminuir, crecen. El 65% del país de donde vengo está cubierto de árboles. A cada finlandés le corresponden cuatro hectáreas de bosque. Rascafría es un lugar idóneo para acoger este símbolo de Finlandia". Todos aplaudieron.

"Y para finalizar, les anuncio que, como en todos los bosques finlandeses, también en éste habrá sauna. La sauna es algo natural y ecológico. ¿Qué mayor placer que visitar un bosque y terminar la jornada -depurándose con los vapores del agua?". Más aplausos.

La comitiva, tras las palabras que la embajadora, se dirigió a visitar la sauna. Es una caseta pequeña de madera, a orillas de un limpio estanque, con un hogar cubierto de piedras ardientes, donde se vierte el agua. La comitiva entró en él recinto. De tres en tres. Todos alabaron la edificación. "Es una gran idea. ¡Qué bien se lo montan en Finlandia!", comentó alguien. "Saben respetar y disfrutar de la naturaleza".

Juan Bielma, director del Parque de Peñalara, una zona natural protegida adyacente a los terrenos donde se plantaron los abetos, miraba la escena algo pensativo. Preguntado sobre si la recién inaugurada, sauna quedaría abierta al público, respondió: "No es posible. Montaremos unos expositores para convertirla en un elemento didáctico y simbólico. ¡Cómo vamos a tener en funcionamiento la sauna! Nos la destrozarían. Es imposible". Mientras tanto, la embajadora seguía explicando a la comitiva cómo en su país defienden el bosque. Bielma asentía.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Sobre la firma

Archivado En