Tribuna:

La prueba del algodón

Es verdad que los ciudadanos ignoran a estas alturas los programas de los diferentes partidos, por mucho que lo sacralicemos, no es un contrato; de hecho, aquí ya tenemos alguna experiencia de cómo las cláusulas se adaptan tras las elecciones a la realidad en lugar de intentar llevar la realidad al territorio de las cláusulas. Más importante, pues, que lo que se promete es quizá el tono de voz, el gesto, la sintaxis o la tribuna desde la que se promete. Hace poco comí con un señor que estuvo todo el rato asegurándome que había estudiado en los mejores colegios de Europa y que era muy educado. ...

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Es verdad que los ciudadanos ignoran a estas alturas los programas de los diferentes partidos, por mucho que lo sacralicemos, no es un contrato; de hecho, aquí ya tenemos alguna experiencia de cómo las cláusulas se adaptan tras las elecciones a la realidad en lugar de intentar llevar la realidad al territorio de las cláusulas. Más importante, pues, que lo que se promete es quizá el tono de voz, el gesto, la sintaxis o la tribuna desde la que se promete. Hace poco comí con un señor que estuvo todo el rato asegurándome que había estudiado en los mejores colegios de Europa y que era muy educado. Pero mientras hablaba no dejaba de hurgarse las orejas con un palillo de dientes. Lo malo es que creía que ése era el camino más corto para llegar a las muelas. Por supuesto, me fié más de la información que recibí de su palillo que de la de su boca y actué en consecuencia. Los programas, en fin, como los trajes, son manipulables, adaptables y biodegradables. Hoy día, un buen asesor de imagen lo mismo te confecciona un proyecto político que te pinta unas canas. Pero hay un espacio irreductible, al que no llega ninguna clase de asesor: el del palillo o, si ustedes quieren, el de la cultura. Explorarse el oído interno con un mondadientes a los postres es una decisión de orden cultural que va más allá de lo que un individuo puede controlar, lo mismo que incluir a Barrionuevo en la lista por Madrid. Si uno es capaz de diferenciar las promesas políticas o económicas de la! actitudes culturales, podrá votar con elementos de juicio más que suficientes. Ganar mil millones en un mes, por ejemplo, en una esquina, aunque sea la del Bernabéu, no es una muestra de habilidad económica, sino de disposición cultural. Puro palillo. (Véase Mario Conde).De Aznar, por ir a lo que nos importa, sabemos que en campaña nunca mezcla los hidratos con las proteínas. Importantísimo dato cultural si pensamos que se trata de una dieta característica del hombre de negocios que no quiere engordar. No digo que se esté enfrentando a la campaña como si se tratara de un negocio, sino que tiene algunos tics culturales procedentes de ése ámbito. Más cosas, siempre dentro del área del palillo: ha recibido el apoyo, más o menos explícito, de empresarios, banqueros y obispos y, ahora mismo, acaba de incorporarse también a su campaña Julio Iglesias. Por cierto, la persecución de la que ha sido víctima Antonio Banderas por parte de la brigada político-social y la connivencia del PP en este linchamiento es, sin duda, una manifestación cultural de gran calado. Cuando a los candidatos se les llena la boca de tolerancia, tienes que controlar adónde se llevan las manos.

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Pero hay, dentro de estas manifestaciones de orden cultural que estamos enumerando a. vuela pluma, alguna un poco inquietante en el PP: por ejemplo, que su portavoz de Sanidad, Enrique Fernández Miranda, tenga cara de enfermo. Eso es como pensar que el ministro de Defensa tiene que ser un general. 0 como creer, que el camino más corto entre uno y sus muelas es el agujero del oído. Atentos, pues, a estas actitudes culturales: son la prueba del algodón porque no hay programa capaz de ocultarlas.

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