Tribuna:

Diccionario

En esta guerra del País Vasco ambos bandos confluyen sólo en un punto: llevan sus cadáveres a la misma iglesia, allí celebran el mismo culto, los familiares se sientan en los mismos bancos, escuchan desde el altar las mismas palabras de consuelo y los féretros que contienen dos clases de víctimas pasan bajo una misma cruz, aunque no bajo una misma bandera, antes de ser transportados a cementerios distintos. Si el Séptimo día, en vez de descansar, Dios hubiera creado un diccionario compuesto de vocablos con un significado unívoco, la historia se habría ahorrado casi toda la sangre. Pero en Babe...

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En esta guerra del País Vasco ambos bandos confluyen sólo en un punto: llevan sus cadáveres a la misma iglesia, allí celebran el mismo culto, los familiares se sientan en los mismos bancos, escuchan desde el altar las mismas palabras de consuelo y los féretros que contienen dos clases de víctimas pasan bajo una misma cruz, aunque no bajo una misma bandera, antes de ser transportados a cementerios distintos. Si el Séptimo día, en vez de descansar, Dios hubiera creado un diccionario compuesto de vocablos con un significado unívoco, la historia se habría ahorrado casi toda la sangre. Pero en Babel Dios se hizo confuso. Eso permite que unos llamen patriotas a los que otros califican de asesinos, que unos crean que son terroristas aquellos que otros ensalzan como soldados. A la hora de enterrar a un guardia civil o a un etarra unos curas de la misma religión invocan al mismo Dios, pero éste tiene también diversas acepciones: el Dios de la victoria, el Dios del perdón, de la venganza, de la concordia, de la ira. El terrorismo tiene un componente religioso. Es un derivado espurio de la religión más primitiva, de cuando Dios se confundía con la propia tierra, con la cima del monte, con la corriente del río, con la lengua y la sangre de una tribu. Pero Dios también ha evolucionado. Los vascos presumen de no haber sido romanizados. Creerán que son pocos 2.000 años de cristianismo, aunque Escipión no llegara a Bilbao. El Dios de los vascos hoy ya es católico, de modo que la próxima guerra civil de Euskadi sólo la puede detener el Papa, ya que en, el fondo se trata de una confrontación religiosa ancestral: distintas formas, de revelar la propia identidad y por tanto la libertad, a través de la propia tierra. Cuando haya 3.000 etarras en la cárcel tendrá que venir Jimmy Carter a parlamentar. Más vale que antes los curas se pongan de acuerdo a qué Dios tenemos que rezar. Un tratado de paz consiste sólo en ponerse de acuerdo en las palabras. Si Dios fuera un diccionario común e inapelable en Euskadi todo estaría solucionado.

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