El diputado Kovaliov acusa a Yeltsin de "total desprecio por la vida humana"

El presidente de Rusia, Borís Yeltsin, ha desprestigiado la democracia en su país, practica una política violenta y criminal con "total desprecio por la vida humana", que se manifiesta sobre todo en el conflicto de Chechenia y promueve la restauración de un régimen totalitario cada vez más controlado por los servicios de Seguridad. Estas duras acusaciones y muchas más figuran en la carta abierta que el diputado de la Duma Estatal (Parlamento), Serguéi Kovaliov, ha dirigido a Yeltsin para presentar su dimisión como jefe de la Comisión de Derechos Humanos adscrita a la presidencia.

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El presidente de Rusia, Borís Yeltsin, ha desprestigiado la democracia en su país, practica una política violenta y criminal con "total desprecio por la vida humana", que se manifiesta sobre todo en el conflicto de Chechenia y promueve la restauración de un régimen totalitario cada vez más controlado por los servicios de Seguridad. Estas duras acusaciones y muchas más figuran en la carta abierta que el diputado de la Duma Estatal (Parlamento), Serguéi Kovaliov, ha dirigido a Yeltsin para presentar su dimisión como jefe de la Comisión de Derechos Humanos adscrita a la presidencia.

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La dramática misiva, una elocuente expresión de la ruptura con Yeltsin por parte de los intelectuales liberales que depositaron en él sus esperanzas, fue publicada en el diario reformista Izvestia, en vísperas del debate sobre el ingreso de Rusia en el Consejo de Europa que debe celebrase hoy en el Parlamento europeo en Estrasburgo.El martes, el Kremlin difundió un comunicado que, en un tono no desprovisto de coacción, equiparaba la negativa a admitir a Moscú en el Consejo de Europa a un desplante para los que luchan por establecer la democracia en Rusia y a un apoyo indirecto para los partidarios de resolver el problema de Chechenia con "métodos inhumanos y terroristas".

Kovaliov, que por motivos políticos pasó casi diez años de cárcel y exilio en época soviética, goza de gran prestigio en Occidente, pero es odiado en los círculos rusos que se definen como nacionalistas y patrióticos. El ex disidente ha dirigido una carta al Consejo de Europa en la que pide que se condicione el ingreso de Rusia al respeto a los derechos humanos.

La misiva de Kovaliov a Yeltsin refleja la amarga decepción de un sector de la intelectualidad rusa que confió ciegamente en Yeltsin y en 1993 apoyó la Constitución, que le dió los inmensos poderes que ahora ejerce.

"Usted empezó su carrera democrática corno luchador tenaz y enérgico contra la mentira oficial y el despotismo del partido (comunista), y la acaba como obediente ejecutor del deseo de los cínicos ambiciosos de su entorno", afirma Kovaliov en un crescendo de reproches contra el presidente ruso. "Usted juró construir un Estado del pueblo y para el pueblo, y en cambio ha construido una pirámide del funcionariado sobre el pueblo y contra el pueblo", prosigue. "Si la democracia sobrevive en Rusia no será gracias a usted, sino a pesar de usted", sentencia.

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Kovaliov acusa a Yeltsin de haber interrumpido la reforma judicial, de atentar contra los derechos de los ciudadanos en una fracasada campaña contra la criminalidad y de impedir una verdadera reforma militar. El número de generales se ha convertido en algo "indecente", afirma, y para justificar su existencia se ha prolongado el servicio militar y se han abolido las prórrogas. Los soldados y oficiales pasan miseria y hambre y la tradición de "humillación, arbitrariedad y corrupción" se mantienen fuertes, como en el pasado, en las Fuerzas Armadas rusas.

Según Kovaliov, el mecanismo de toma de decisiones en la cumbre política rusa es casi tan secreto como en tiemptos comunistas. Yeltsin, señala, firma decretos secretos sobre cuestiones fundamentales del Estado, funda instituciones cerradas y cada vez impone más secretos sobre el trabajo de las estructuras de poder y la situación en el país. La selección de los altos cargos, afirma Kovaliov, se hace en función de la fidelidad personal a Yeltsin.

En las próximas presidenciales, Yeltsin no es una alternativa al ultranacionalista Vladímir Zhirinovski ni al comunista Guennadi Ziugánov, ya que tiene más rasgos comunes con ellos que diferencias de Kovaliov. Ante esta opción, la expresión de la voluntad popular en Rusia se parece a "la elección de protección mafíosa". Kovaliov, que afirma tener un "rechazo fisico" por los rojos y los pardos (los nacionalistas), asegura que no votará a Yeltsin, y desaconseja a la "gente decente" que lo haga.

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