La versión del anestesista

, A instancias de la dirección del hospital Doce de Octubre, el anestesista de la primera operación a la que fue sometida María Bellón, Ramón López Vicente, presentó un informe de nueve páginas en las que trata de demostrar que en ningún momento se lesionó la tráquea de la enferma durante la intervención. Afirma, además, que le avala su experiencia de 25 años de profesión.

"La hipótesis más razonable" de lo ocurrido, "argumentada científicamente y con serio apoyo bibliográfico", es que se ha producido "una rotura espontánea de tráquea en una zona especialmente sensible, y además en...

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, A instancias de la dirección del hospital Doce de Octubre, el anestesista de la primera operación a la que fue sometida María Bellón, Ramón López Vicente, presentó un informe de nueve páginas en las que trata de demostrar que en ningún momento se lesionó la tráquea de la enferma durante la intervención. Afirma, además, que le avala su experiencia de 25 años de profesión.

"La hipótesis más razonable" de lo ocurrido, "argumentada científicamente y con serio apoyo bibliográfico", es que se ha producido "una rotura espontánea de tráquea en una zona especialmente sensible, y además en una paciente añosa [de edad avanzada], con un tejido muy debilitado". "Sólo se han registrado 14 casos en una revisión exhaustiva de 25 años".

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El doctor se basa en un artículo, Ruptura traqueal después de intubación traqueal, publicado en British Journal of Anesthesia en 1994 que efectúa esta revisión pero que incluye un dato que podría ser contradictorio. Se asegura, sobre el caso descrito en el texto, el de una mujer de 84 años: "Si hubiera ocurrido el desgarro durante la intubación, la ventilación a presión positiva hubiera causado un enfisema [aire escapado en este caso de la tráquea] quirúrgico antes de las 36 horas". Esto esjusto lo que le ocurrió a María Bellón, quien presentó enfisema, según el informe de Neurocirugía, el mismo día de la operación.

López Vicente asegura que la intubación en la operación de columna fue "en un solo intento ininterrumpido". El tubo, al acabar, sale con la misma limpieza y no se aprecia sangre en él. El tubo, según su versión, se introdujo en la tráquea nueve centímetros bajo las cuerdas vocales. Una de las lesiones -a la que siempre se refiere el anestesista, sin citar la segunda, en la zona alta y posterior de la tráquea-, según sus compañeros de Cirugía Torácica, comenzaba apenas "tres o cuatro centímetros bajo las cuerdas vocales".

Un miembro del servicio de Neurocirugía, uno de los dos denunciados, cuya identidad no quiere ver reflejada en EL PAÍS, señaló: "Físicamente es imposible que durante la operación de columna hayamos podido dañarle la tráquea. Nosotros no tenemos ninguna responsabilidad".

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