"Estoy harta de huelga y de políticos"

El llamado transporte de sustitución no tuvo ayer una puesta en servicio gloriosa. Los autocares, en la plaza de la République, en París, estaban dispuestos a llevar a los ciudadanos hasta La Ferté sous Jouarre, Noisy le Sec o Mairie de Montereau, pero la gente no lo sabía. "Para salir espero a que el coche esté lleno", explica el conductor de uno de los vehículos que se acumulan alrededor del grupo escultórico que preside la plaza. El caos circulatorio causado por los propios autocares y su improvisado aparcamiento es enorme. Al otro lado, dos mujeres permanecen de pie en la parada de ...

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El llamado transporte de sustitución no tuvo ayer una puesta en servicio gloriosa. Los autocares, en la plaza de la République, en París, estaban dispuestos a llevar a los ciudadanos hasta La Ferté sous Jouarre, Noisy le Sec o Mairie de Montereau, pero la gente no lo sabía. "Para salir espero a que el coche esté lleno", explica el conductor de uno de los vehículos que se acumulan alrededor del grupo escultórico que preside la plaza. El caos circulatorio causado por los propios autocares y su improvisado aparcamiento es enorme. Al otro lado, dos mujeres permanecen de pie en la parada de autobús: "Hemos oído por radio que habría autocares a partir de las cuatro. De momento aún no ha venido ningunoLa desorientación se multiplica a causa de que el lugar es punto de llegada tradicional de los autocares de turistas.

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Dentro de los autocares reina el silencio. Todo el mundo está cansado, todo el mundo se ha levantado temprano, todo el mundo está nervioso: "Mi mujer tuvo que ir el viernes al ambulatorio, agotada de tanto andar y tan poco dormir. Yo trabajo en un almacén y no tengo derecho a llegar con retraso. Los que estamos en el sector privado no podemos hacer huelga", resume con cierta amargura Jaeques Brochier.

Los grupos que esperan la llegada de su autocar, entre los vapores pestilentes de los vehículos que arrancan y la música chillona de un tiovivo, aprovechan para comer, castañas calentitas. Una lata con brasas subida a un carrito de supermercado sirve de inesperado restaurante móvil. "La verdad es que estoy harta de la huelga, pero aún lo estoy más de quince años de planes para resolver el paro y de políticos prometiendo crear empleo. Lo único que quiero es llegar a casa y dormir", concluye Noemi Delorme.

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