Tribuna:

Usted no sabe con quién está hablando

El hombre joven que en la foto sujeta por la guerrera al aterrorizado ertzaina es Mikel Zubimendi, ex dirigente de Jarrai, rama juvenil de HB, diputado de ese partido y una de las incorporaciones previstas a su nueva Mesa Nacional, que se elige estos días. El mismo que arrojó cal sobre el escaño del socialista Jáuregui. La imagen, captada el pasado viernes a las puertas del Parlamento vasco, pudo ser contemplada en el telediario de aquella noche. Con el pitillo en los labios, en ademán característico, el patriota acoquina al agente, acerca su cara a la suya, le desafía con la mirada. El...

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El hombre joven que en la foto sujeta por la guerrera al aterrorizado ertzaina es Mikel Zubimendi, ex dirigente de Jarrai, rama juvenil de HB, diputado de ese partido y una de las incorporaciones previstas a su nueva Mesa Nacional, que se elige estos días. El mismo que arrojó cal sobre el escaño del socialista Jáuregui. La imagen, captada el pasado viernes a las puertas del Parlamento vasco, pudo ser contemplada en el telediario de aquella noche. Con el pitillo en los labios, en ademán característico, el patriota acoquina al agente, acerca su cara a la suya, le desafía con la mirada. El policía retrocede y queda inmóvil, desconcertado. (Al fondo de la Herriko-Taberna, el estratega del barrio baja la vista del televisor y murmura entre dientes: "¿No veis cómo se achantan?")."No será posible acabar con la violencia terrorista en Euskadi mientras el Gobierno vasco no se plantee seriamente poner fin a la impunidad en que se mueven desde hace años los cachorros de HB, de cuyas filas salen los futuros activistas. El nacionalismo ha defendido la paulatina pero total sustitución de las fuerzas de seguridad del Estado por la Ertzaintza y reclama plenas competencias para ésta, incluida la lucha antiterrorista. "Si quieren guerra, que no olviden que somos más que ellos", se dijo a raíz del asesinato del sargento Goikoetxea, militante del PNV. El despliegue territorial de los 7.000 agentes autonómicos ha culminado recientemente y aunque ese cuerpo policial ha realizado algunas brillantes operaciones antiterroristas, en particular contra las redes de extorsión de ETA, cada vez está más extendida la impresión de que no son capaces de hacer frente a la creciente violencia de esos cachorros que queman autobuses y personas, revientan concentraciones, agreden a la gente, amenazan en grupo.

No están psicológicamente preparados para ello. Por una parte, porque la idea de policía vasca que han interiorizado es incompatible con la de de reprimir a compatiriotas que en el fondo quieren lo mismo que nosotros (y a los que ven en amigable conversación con los dirigentes de las demás fuerzas nacionalistas cada vez que Elkarri convoca conversaciones patrióticas). Además, porque, a diferencia de los policías nacionales y guardias civiles, que tras pasar unos años en el País Vasco serán trasladados a otros destinos, ellos, los ertzainas, van a vivir siempre en Euskadi. Y aquí nos conocemos todos, como les amenaza el mundo radical con transparente mensaje. Ya van varios intentos de quemarlos vivos, y los automóviles de muchos de ellos han ardido a modo de aviso.

Según Arzalluz, HB y KAS están cayendo en "un fascismo de libro". En los últimos días, mutas de acoso formadas por unas decenas de jóvenes se han concentrado, con pancartas y consignas amenazadoras, ante los domicilios particulares del Defensor del Pueblo, Xabier Markiegi, y de un profesor de sociología de la universidad de Deusto. Tras el atentado del otro día contra el metro de Bilbao, que estuvo a punto de provocar una catástrofe, un dirigente de HB se sorprendió de la repercusión del hecho alegando que se trataba de una "expresión más de la violencia existente por ambas partes".

"Españo-lazos". Ese es el lema con que responden a los que expresan con el lazo azul su solidaridad con Aldaya. La palabra habrá evocado recuerdos entre los condenados en el juicio de Burgos, de cuyo inicio se cumplen 25 años la semana próxima. Los presos vascos de esa cárcel difundieron por entonces un manifiesto contra alguien que había utilizado esa expresión -so españolazos- como bandera de identificación nacionalista. El escritor bilbaíno Jon Juaristi ha llamado la atención sobre la paradoja de que el nacionalismo primitivo, que se declaraba antiespañol, incorporara a su doctrina las dos notas más catacterísticas de la España del antiguo régimen: un concepto teocrático de la política y la obsesión casticista respecto a la limpieza de sangre. Es curioso que el radicalismo etarra, nacido contra el franquismo, haya acabado incorporando, bien que con algunas décadas de retraso, los ademanes y estilo vital de los matones falangistas de los años 40 y 50: aquellos que agarraban al otro por las solapasy decían: "Usted no sabe con quién está hablando".

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