Las víctimas del cine Bilbao rememoran la tragedia

La tercera sesión del juicio por la catástrofe del cine Bilbao estuvo marcada por el recuerdo del horror. Ocho supervivientes y testigos de la tragedia describieron las dantescas escenas de dolor y sufrimiento que les tocó vivir la noche del 27 de enero de 1993. Lágrimas y testimonios entrecortados que sólo recordaban "el estruendoso ruido" que machacó seis vidas y destrozó física y psicológicamente otras 12. El sobrecogedor relato de Montserrat Sanz Arlegui, la profesora que perdió bajo la losa de la marquesina a su esposo y a su hijo de 10 años, hizo saltar las lágrimas a muchos asistentes a...

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La tercera sesión del juicio por la catástrofe del cine Bilbao estuvo marcada por el recuerdo del horror. Ocho supervivientes y testigos de la tragedia describieron las dantescas escenas de dolor y sufrimiento que les tocó vivir la noche del 27 de enero de 1993. Lágrimas y testimonios entrecortados que sólo recordaban "el estruendoso ruido" que machacó seis vidas y destrozó física y psicológicamente otras 12. El sobrecogedor relato de Montserrat Sanz Arlegui, la profesora que perdió bajo la losa de la marquesina a su esposo y a su hijo de 10 años, hizo saltar las lágrimas a muchos asistentes al juicio.

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Ayudada de una muleta, Montse, de 40 años, narró con la entereza de lo irreversible la pesadilla que se llevó para siempre a su esposo y a su hijo Alfredo. Mirando hacia el estrado del juez y dando la espalda a las seis personas acusadas del desastre, Montse relató sus, todavía, infructuosos intentos por rehacer su vida.Tras cinco meses hospitalizada, decidió dejar la casa alquilada en la que vivía con su familia para intentar olvidar. Ella y la única hija que le dejó la marquesina -Susana, de 18 años- se fueron a vivir a casa de sus padres, en el mismo barrio. Pero "los mismos escaparates y, las mismas tiendas" traían los seres queridos a su mente.

Por eso Montse y su hija Susana (quien escapó de la tragedia porque se separó unos minutos de sus padres y su hermano para comprar una coca-cola) decidieron apartarse de los recuerdos más próximos y rehacer sus vidas. Se fueron a vivir a otro barrio de Madrid. Montse, tras más de un año de visitas diarias al gimnasio para rehabilitar su pierna derecha, se reincorporó no hace mucho al colegio privado en el que trabajaba cuando le sorprendió el accidente.

Montse creía, según explicó ayer al juez, que su vuelta a las aulas, donde también daba clase a su pequeño Alfredo, le ayudaría a olvidar. No ha sido así: "Veo en el patio a los compañeros de mi hijo, más grandes; y muchas veces pienso cómo estaría ahora él...".

A preguntas del fiscal, Montse describió el accidente: "Fuimos al cine toda la familia. Mi marido [Alfredo] se acercó a la ventanilla para sacar las entradas. Yo me quedé detrás con mi hijo y mi hija. Pregunté a mi marido si habían quitado la película, pues en lugar del cartel sólo había unos andamios. Mi hija fue a comprar una coca-cola; mi hijo quiso ir con ella, pero Susana le dijo que no. De pronto oí un ruido muy grande, que me empujó hacia delante y caí. Al recuperar la conciencia, no podía moverme. Miré, a mi lado y vi a mi marido, aplastado. Su pecho se movía. Quise acercarme, pero no podía: tenía aprisionada la pierna. Luego vi que el pecho de mi marido había dejado de moverse. Tenía la esperanza de que con su cuerpo hubiese protegido el de mi hijo. Quise acercarme a ellos, pero los tenía muy cerca y muy lejos... Miré hacia arriba y había unos cristales rotos que apuntaban hacia mí. Me horrorizaba que se subieran encima de los cascotes". Susana Morera, hija de Montserrat, también declaró ayer. Ir a comprar la coca-cola fue su salvación. Susana oyó el estruendo cuando estaba dentro de la tienda. "Salí y vi escombros por todas partes. No, veía a nadie de mi familia. Nos pusimos a quitar cascotes. Vi a mi madre y me quedé un poco más tranquila. La sacaron, la subieron en una camilla y la metieron en una ambulancia, que salió a toda prisa. Me quedé sola. Salí corriendo tras la ambulancia sin poder alcanzarla. Luego, la policía me llevó al Gregorio Marañón. En el hospital, mi madre me dijo que mi padre y mi hermano habían muerto en el accidente".

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