Entrevista:

"Si Madrid no erradica el chabolismo pagará su insolidaridad"

Florencio Martín, un psicólogo y asistente social palentino de 43 años, justifica la gerencia bicéfala de una manera psicoanalítica. Dice que en cualquier persona existe también un desdoblamiento mental en dos figuras distintas, a menudo la del padre y la de la madre, y que cada una de ellas adopta un tipo de determinaciones sin colisionar con la otra. Ésa es la armonía que espera conseguir con Joaquín Gómez.El trabajo entre los marginados no le va a sorprender. Antes ha estado vinculado a Caritas y al centro municipal de acogida de San Isidro, y fue uno de los encargados de implantar el i...

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Florencio Martín, un psicólogo y asistente social palentino de 43 años, justifica la gerencia bicéfala de una manera psicoanalítica. Dice que en cualquier persona existe también un desdoblamiento mental en dos figuras distintas, a menudo la del padre y la de la madre, y que cada una de ellas adopta un tipo de determinaciones sin colisionar con la otra. Ésa es la armonía que espera conseguir con Joaquín Gómez.El trabajo entre los marginados no le va a sorprender. Antes ha estado vinculado a Caritas y al centro municipal de acogida de San Isidro, y fue uno de los encargados de implantar el ingreso madrileño de integración (IMI, el salario social). Desde 1990 ha sido responsable del departamento de evaluación de la Concejalía de Servicios Sociales.

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Conoce algunos de los poblados chabolistas, como La Celsa, Los Focos, el Cañaveral y Plata y Castañar. También sabe algo del Consorcio, ya que en un primer momento formó parte de la comisión de técnicos municipales y regionales encargada de evaluar la actuación de este organismo. Pero no quiere pillarse los dedos antes de tiempo. "Antes de decir qué voy a hacer tengo que escuchar a quienes llevan trabajando en esto desde hace años".

P. Parece que está usted familiarizado con el sector de población para la que va a trabajar.

R. Llevo 20 años en servicios sociales y me he dedicado a diversos grupos marginales. Pero no conozco con detalle la situación de las familias chabolistas.

P. El objetivo del Consorcio es la integración, pero ¿no hay un riesgo de asimilar a estas familias sin respetar sus diferencias?

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R. Nuestra tarea es mover los obstáculos que impiden a las personas desarrollarse y gozar de una serie de bienes. La integración supone participación activa del excluido, valorando, sus recursos personales; la asimilación es una incorporación pasiva.

P. ¿Pisos o campamentos?

R. Para eso tendré que escuchar a los trabajadores sociales y a estudiosos del tema. Tengo la impresión de que no se puede hacer un tipo único de realojamiento porque nos vamos a encontrar con familias de tipo muy diverso.

P. ¿Cuáles son sus ideas para abordar tres importantes problemas de los chabolistas: el fracaso escolar, la, falta de empleo y el fenómeno de la droga?

P. Voy a seguir el mismo esquema que con todo: hacer un diagnóstico de la situación, luego una valoración y aplicar medidas diferenciales.

P. El trabajo del Consorcio choca a menudo con el rechazo social. ¿Cómo se puede luchar contra ello?

R. Hay que demostrar cosas a la sociedad. Yo he conocido personas con un racismo histórico hacia los gitanos que, al convivir con ellos, se han dado cuenta de que hay más cosas que nos unen de las que nos separan.

P. A veces los peores choques surgen de la convivencia.

R. Sí, pero así acabaríamos excluyendo a todo aquel que sea diferente por su color, por minusvalías, por su cultura distinta, hasta por su aspecto...

P. ¿Qué consecuencias sociales podría tener para la ciudad no erradicar el chabolismo?

R. No soy profeta, no sé qué ocurriría, pero seguro que la sociedad terminaría pagando por su falta de solidaridad.

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