Cartas al director

Los acuíferos se agotan

Soy una asidua visitante del Parque Juan Carlos I, lugar en el que suelo solazarme montando en bicicleta por los diversos caminos entre olivos y pistas asfaltadas que allí se encuentran.El lugar se halla bastante desarbolado, a excepción de los mencionados olivos, que no son propiamente árboles de sombra.

Lo.que abunda, y de forma bastante desmesurada, son las praderas regadas a cualquier hora del día (hasta las doce del mediodía, incluso, en pleno verano) por medio de aspersores. La utilización de estas praderas es casi nula, pues los usuarios del parque lo que buscan es la sombra de l...

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Soy una asidua visitante del Parque Juan Carlos I, lugar en el que suelo solazarme montando en bicicleta por los diversos caminos entre olivos y pistas asfaltadas que allí se encuentran.El lugar se halla bastante desarbolado, a excepción de los mencionados olivos, que no son propiamente árboles de sombra.

Lo.que abunda, y de forma bastante desmesurada, son las praderas regadas a cualquier hora del día (hasta las doce del mediodía, incluso, en pleno verano) por medio de aspersores. La utilización de estas praderas es casi nula, pues los usuarios del parque lo que buscan es la sombra de los escasos árboles para protegerse del sol canicular.

El parque, para quien no lo conozca, tiene algo muy agradable y reconfortante: varios lagos con cascadas y surtidores e incluso un canal que surca una embarcación de recreo.

La primera vez que visité el lugar me asusté pensando en la tremenda sequía que estamos padeciendo y en el derroche de agua, que allí se producía al tener que llenar los lagos y regar esas enormes extensiones de césped.

Pregunté a un empleado de dónde procedía el agua; me enteré de que se trata de agua no potable y que proviene de unos pozos cercanos, o en el mismo subsuelo.

El último día que pasé por allí me comentaron la noticia del último desatino: la construcción de un campo de golf para que unos cuantos esnobs se aprovechen del agua que es de todos.

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Señores responsables de parques y jardines: sean un poco más sensatos, planten más árboles en el lugar de referencia y reduzcan la extensión de las praderas; de esta manera se ahorraría agua y se haría más acogedor el lugar al estar protegido de los rayos solares, que caen a plomo en pleno verano, y del viento frío en invierno.

Los beneficiarios de la hierba, es decir, los perros, lo van a sentir porque ¿dónde mejor que entre los matojos -piensan los dueños de los canes- quedan disimuladas las cagadas de los animalitos

Para terminar recordaré a los responsables, que los pozos terminan agotándose, y si la sequía es pertinaz, antes se agotarán.-

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