Tribuna:

Vale

Viajaba en el abarrotado Jumbo iraní Juzestán en un vuelo entre Atenas y Teherán, hace ahora tres lustros. Acababa de estallar la guerra irano-iraquí. El vuelo era el primero hacia la capital de Irán procedente del extranjero tras un bloqueo completo -durante casi un mes- del espacio aéreo persa. El avión regresaba con varias decenas de niños a bordo, todos muy pelones, por cierto. Eran hijos de funcionarios del régimen islámico destinados en Europa. La eventualidad de un ataque aéreo y la presencia infantil convertían aquel vuelo en inquietante.En un momento determinado, al sobrevolar ...

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Viajaba en el abarrotado Jumbo iraní Juzestán en un vuelo entre Atenas y Teherán, hace ahora tres lustros. Acababa de estallar la guerra irano-iraquí. El vuelo era el primero hacia la capital de Irán procedente del extranjero tras un bloqueo completo -durante casi un mes- del espacio aéreo persa. El avión regresaba con varias decenas de niños a bordo, todos muy pelones, por cierto. Eran hijos de funcionarios del régimen islámico destinados en Europa. La eventualidad de un ataque aéreo y la presencia infantil convertían aquel vuelo en inquietante.En un momento determinado, al sobrevolar la frontera entre Turquía e Irán, no lejos del cielo iraquí, dentro del avión pudo escucharse el grito de un niño: señalaba cómo a escasa distancia de su ventanilla evolucionaban dos cazas, esos escurridizos aviones de combate de pardas figura y función. Con premura, el comandante de la nave tranquilizó a los pasajeros y nos dijo en inglés y en persa que se trataba de dos Phantom de la fuerza aérea iraní que nos daban escolta.

Los niños gritaron su alivio y su alegría. Dos de ellos, que se hallaban muy cerca de mí, repetían sin cesar ¡Vale, Vale! Entonces -lo que es la madrileñidad- me dirigí a ellos y con aspavientos les dije: ¿Madrileños? ¡Sois del foro!¡Sois del foro!

Nunca podré olvidar que los niños, que llevan el pelito muy recortado, se miraron, fijaron sus ojos en los míos y comenzaron a hacer pucheros para pasar, inmediatamente, a berrear con escandaloso llanto. Una azafata con chador me abroncó: "¿Le parece el mejor momento para asustar a los niños?", me espetó indignada.

Permanecí abochornado. Claro, me dije: Vale debe significar, en persa como en español, asentimiento; y Foro, o una palabra homófona, algo muy malo. Así lo confirmé después: Vale es sí en persa y foro equivalía a decirles ¡A correr!.

Desde entonces sé que el sonido y el sentido de las palabras más nuestras, incluso las más castizas puede -y desgraciadamente puede no- coincidir allende las fronteras.

¡Ah! Los niños llegaron a Teherán sanos y salvos.

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