Cartas al director

Bravo por Gijón

El pasado 22 de julio, Gijón fue una auténtica fiesta. Pero, al margen del fenómeno Stones (memorable el ambientazo que se formó en dicha ciudad), quiero manifestar que los tres días que estuve allí hicieron reencontrarme con la solidaridad, complicidad, amabilidad y altruismo más auténticos. Desde estas líneas, un aplauso para los gijonenses porque,en estos tiempos malditos que corren, un apunte de humanidad tiene mucho valor. Las calles, los bares, restaurantes y cualquier rincón se convirtieron en un paseo esperanzador ante la avalancha terrorífica de la frialdad, distanciamiento, altivez, ...

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El pasado 22 de julio, Gijón fue una auténtica fiesta. Pero, al margen del fenómeno Stones (memorable el ambientazo que se formó en dicha ciudad), quiero manifestar que los tres días que estuve allí hicieron reencontrarme con la solidaridad, complicidad, amabilidad y altruismo más auténticos. Desde estas líneas, un aplauso para los gijonenses porque,en estos tiempos malditos que corren, un apunte de humanidad tiene mucho valor. Las calles, los bares, restaurantes y cualquier rincón se convirtieron en un paseo esperanzador ante la avalancha terrorífica de la frialdad, distanciamiento, altivez, competitividad y falta de calor humano. Bravo por Gijón-

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