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Serios fallos en los transbordadores amenazan los vuelos de la NASA

Los expertos de la NASA han descubierto unos desperfectos muy preocupantes en unos anillos aislantes de los cohetes propulsores de los dos últimos transbordadores que han volado al espacio, y los responsables, con el sombrío recuerdo del fatal accidente del Challenger en 1986, tienen que decidir ahora si continuar con el programa de misiones o suspender todos los lanzamientos previstos para hacer las reparaciones oportunas.Los análisis posteriores al lanzamiento del Discovery, el pasado 13 de julio, han revelado que el gas caliente de la combustión de uno de los cohetes de...

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Los expertos de la NASA han descubierto unos desperfectos muy preocupantes en unos anillos aislantes de los cohetes propulsores de los dos últimos transbordadores que han volado al espacio, y los responsables, con el sombrío recuerdo del fatal accidente del Challenger en 1986, tienen que decidir ahora si continuar con el programa de misiones o suspender todos los lanzamientos previstos para hacer las reparaciones oportunas.Los análisis posteriores al lanzamiento del Discovery, el pasado 13 de julio, han revelado que el gas caliente de la combustión de uno de los cohetes de combustible sólido que dan casi todo el impulso inicial a la nave, dejó unas pequeñas marcas en un anillo aislante. Y es el segundo vuelo consecutivo en que se identifica este problema. Daños similares en la misma junta, incluso algo más graves, se detectaron en el lanzamiento del Atlantis el mes pasado, al inicio del histórico vuelo en que, por primera vez, un transbordador atracó en la estación espacial rusa Mir.

El próximo lanzamiento, el 5 de agosto, puede retrasarse y todos los transbordadores pueden quedarse en tierra hasta que se identifique la causa del problema y se solucione. La decisión se tomará la semana próxima.

Un escape de llamas en una junta entre los segmentos cargados de combustible sólido de uno de los dos cohetes propulsores provocó la explosión del Challenger a los 73 segundos del despegue; murieron los siete astronautas que iban a bordo.

Las bajas temperaturas registradas entonces en Florida endurecieron los anillos de goma y resultó mermada su capacidad de sellar las juntas que evitan que escapes de los gases de la combustión afecten al resto del transbordador. Después del accidente, todas las juntas de sellado se reforzaron con un segundo anillo y con barreras de aislamiento térmico adicionales. En uno de esos anillos se han registrado ahora los problemas de los dos últimos lanzamientos, aunque los ingenieros afirman que no ha habido peligro para los astronautas porque los gases no atravesaron el sellado.

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