La oposición niega a González una tregua europea

El jefe del Gobierno elude en el debate sobre la UE cualquier referencia a sus planes electorales

Felipe González se quedó sólo con los suyos. Los grandes consensos que suscitaba en España la construcción europea pasaron definitivamente a la historia. Sólo lossocialistas respaldaron ayer plenamente los objetivos de la presidencia española de la Unión Europea (UE) mientras los demás, nacionalistas y oposición tradicional, recalcaron que el semestre en el queEspaña tendrá en sus manos las riendas comunitarias no supondrá una tregua política. El presidente del Gobierno no quiso echar leña al fuego y fue comedido en su réplica. González compareció ante elpleno del Congreso para explicar los re...

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Felipe González se quedó sólo con los suyos. Los grandes consensos que suscitaba en España la construcción europea pasaron definitivamente a la historia. Sólo lossocialistas respaldaron ayer plenamente los objetivos de la presidencia española de la Unión Europea (UE) mientras los demás, nacionalistas y oposición tradicional, recalcaron que el semestre en el queEspaña tendrá en sus manos las riendas comunitarias no supondrá una tregua política. El presidente del Gobierno no quiso echar leña al fuego y fue comedido en su réplica. González compareció ante elpleno del Congreso para explicar los resultados de la cumbre europea de Cannes, con la que concluyó la presidencia francesa, y los objetivos del semestre en que España encabeza el club de los Quince.

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Fue una intervención sin sorpresas. González se limitó a reiterar el programa que expuso ante la Comisión Europea o ante la prensa en días anteriores. El presidente se centró en la discusión europea para evitar cualquier referencia a la política nacional y a sus planes electorales.Las novedades surgieron por el lado de la oposición tradicional, el Partido Popular (PP) e Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya (IU-IC), y por el de los nacionalistas catalanes y vascos En sus discursos quedó claro que el semestre no será un paréntesis en la guerra, en contra de lo que había, por ejemplo, solicitado el propio González antes de abandonar Cannes. Además, todos hicieron especial hincapié en re saltar sus divergencias con el Gobierno en la construcción europea.

Antes de entrar en los temas de fondo, varios oradores pusieron en tela de juicio la capacidad del actual Ejecutivo para dirigir la UE. "No se produce la presidencia española en las mejores circunstancias, ni internas ni co

munItarias", afirmó, por ejemplo, el presidente del PP, José María Aznar. Julio Anguita, el coordinador de IU, fue más contundente al dudar de que pueda concentrarse en Europa, porque "tiene que dirigir parte de su atención a lo que está ocurriendo en los juzgados".

Todos, con matices, reconocieron algunos logros a González al abordar los temas de fondo, como el desbloqueo en Cannes de los 750.000 millones de pesetas que la UE consagrará a sus socios mediterráneos -fundarnentalmente Turquía y siete países árabes- en los próximos cinco años. Ni siquiera Pilar Rahola, de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), intentó en esta ocasión restarle ningún mérito al jefe del Ejecutivo.

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Aznar expuso las prioridades populares para la presidencia, que apenas se diferencian de los objetivos del Gobierno en lo concerniente al empleo, la agricultura mediterránea o la pesca. Recalcó, por último, que la conferencia que el año próximo reformará las instituciones comunitarias deberá recoger como principal criterio de financiación de la Unión Europea la prosperidad relativa de cada Estado. González le replicó que ese tema no será abordado durante la conferencia.

Tres paradojas

Para poder afinar la crítica, Aznar, tuvo que entremezclar política interior y europea. Resaltó tres paradojas. El Gobierno va a presidir un club de países democráticos cuando es "responsable de un gravísimo atentado contra uno de los derechos más fundamentales de la persona". Se refería a las escuchas del Cesid.

La segunda paradoja que destacó Aznar es que en esta presidencia "se aprobará el primer informe sobre la evolución del empleo en la UE con un Gobierno responsable de la mayor tasa de paro de Europa y de toda nuestra historia". Por último, resaltó que en Madrid, en diciembre, se adoptarán decisiones importantes sobre la futura moneda única pero que España no cumple ningún requisito para acceder a ella. Esta fue una de las pocas alusiones al reto más importante de la actual etapa de la construcción europea: las modalidades de la introducción de la moneda única en 1999. España, según los expertos, no llegará a tiempo, pero los esfuerzos que lleva a cabo el Gobierno, las ventajas e inconvenientes de disponer de esa moneda y que soluciones de recambio pueden existir para los países que no estén en el pelotón de cabeza, no fueron debatidos ayer.

Si Aznar se equivocó al dar a entender que la reforma de 1996 abordará también la financiación de la UE, Anguita lo hizo al pedir, por ejemplo, que España ingrese en el Grupo de Contacto sobre la antigua Yugoslavia, al que pertenece plenamente desde el 1 de julio. Su discurso incluyó, como es habitual en él cuando habla de Europa, una serie de asuntos que no guardan relación alguna con la Unión Europea, como la preparación del referéndum en el Sáhara o la democratización de Guinea Ecuatorial.

Joaquim Molins Amat, portavoz de Convergència i Unio (CiU), también abordó como Aznar el reto de la moneda única. Los nacionalistas catalanes han matizado su postura y ahora ya "no se sienten esclavos de ese objetivo". "Y, claramente, se lo anuncio ya, no podrán contar con nosotros si para conseguirlo se pone en cuestión la necesidad de crear empleo y los parámetros del Estado de Bienestar". González le tranquilizó: los presupuestos no incluirán recortes de las prestaciones sociales.

Molins acabó barriendo para casa. Pidió, al concluir, que la secretaría permanente que pueda surgir de la primera Conferencia Euromediterránea, que se celebrará en Barcelona en noviembre entre la UE y sus 12 socios del Mare Nostrum, se instale en la Ciudad Condal. Otro nacionalista, el peneuvista lñaki Anasagasti, dedicó buena parte de su intervención a reclamar una mayor participación de su comunidad autónoma en las instituciones y solicitó que el consejero de industria vasco pueda participar en la reunión informal que los ministros europeos del ramo celebren en Bilbao este mes.

González fue cauto en su réplica. Debe aún conservar la esperanza de lograr un poco de sosiego durante su presidencia y evitó, por ejemplo, arremeter contra Anguita, su blanco predilecto en anteriores debates sobre asuntos europeos. Aún así, el coordinador de IU fue el único que alzó la mano para poder responderle pero el presidente del Congreso, Félix Pons, le negó la palabra.

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