Un talento de la naturaleza

Nadie diría que un cuerpo tan angelical y un alma entregada al budismo pudieran despertar tanta excitación. Incluso los apodos con los que se le conoce popularmente Roby o también El divino, despiertan indulgencia. Roberto Baggio, sin embargo, es el agitador de un calcio plegado a la dictadura de la táctica y víctima de la lira. La hinchada babea con su fútbol mientras los directivos discuten por su precio y le cambian constantemente de domicilio. Sexto de ocho hijos de un juguetero de Caldogno, ha pasado por el Lanerossi Vicenza, el Fiorentina, el Juventus y mañana nadie ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Nadie diría que un cuerpo tan angelical y un alma entregada al budismo pudieran despertar tanta excitación. Incluso los apodos con los que se le conoce popularmente Roby o también El divino, despiertan indulgencia. Roberto Baggio, sin embargo, es el agitador de un calcio plegado a la dictadura de la táctica y víctima de la lira. La hinchada babea con su fútbol mientras los directivos discuten por su precio y le cambian constantemente de domicilio. Sexto de ocho hijos de un juguetero de Caldogno, ha pasado por el Lanerossi Vicenza, el Fiorentina, el Juventus y mañana nadie sabe si, por culpa de su salarlo, seguirá en Turín o acabará en Milán, porque él nunca ha renegado de unos colores sino que siempre ha argumentado que le vendieron al mejor postor.Pese a que no ha alcanzado por el momento el nirvana, Roberto Baggio no tiene precio si se atiende a los adjetivos que ha merecido su juego.

Más información

Hasta Cruyff se ha dejado seducir por Roby: "Es un futbolista que disfruta con su trabajo y se disfruta viéndole actuar". Tiene astucia para desmarcarse, mejora el balón que le llega y posee un toque definitivo con las dos piernas. La fantasía con la que acaricia el balón, incluso en el último remate o en el saque directo de una falta, convierten sus movimientos en una verdadera obra de arte.

Puede que para los puristas, Baggio no deje de ser nada más que un jugador de detalles, pero nadie como él ha conseguido una mejor escenificación del peligro en el fútbol.

Es el talento por naturaleza. A sus 28 años, las lesiones no le han impedido dominar todas las facetas del fútbol de ataque (el juego al primer toque, la salida fácil, el regate, el centro y el disparo) y recoger los mejores premios que puede reunir un jugador. La ligereza de su figura (1,72 netos y 67 kilos) contrasta con la densidad de su juego. Jamás despertó la indiferencia: o se le manda al infierno por lo que se le supone y no muestra o se le canoniza por lo que exhibe. Un genio.

Sobre la firma

Archivado En