El reconocimiento de un préstamo no escriturado pone dificultades al ex fiscal italiano Di Pietro

La imagen del ex fiscal Antonio di Pietro se encuentra en dificultades por el reconocimiento de un préstamo no escriturado, aunque los testigos de la operación se contradigan. Por esas contradicciones, una inspección ordenada hace meses por el ministro de Justicia de Silvio Berlusconi, concluyó con el archivo del caso, devuelto ahora a la actualidad por otra investigación de la magistratura de Brescia. Nadie piensa que el ex fiscal hiciera algo ilegal, pero el relato de sus cuitas financieras oscurece el mito del paladín de la justicia.Giancarlo Gorrini, el empresario de seguros condenado por ...

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La imagen del ex fiscal Antonio di Pietro se encuentra en dificultades por el reconocimiento de un préstamo no escriturado, aunque los testigos de la operación se contradigan. Por esas contradicciones, una inspección ordenada hace meses por el ministro de Justicia de Silvio Berlusconi, concluyó con el archivo del caso, devuelto ahora a la actualidad por otra investigación de la magistratura de Brescia. Nadie piensa que el ex fiscal hiciera algo ilegal, pero el relato de sus cuitas financieras oscurece el mito del paladín de la justicia.Giancarlo Gorrini, el empresario de seguros condenado por quiebra que acusa al ex fiscal, sostiene que fue éste quien, entre 1989 y 1990, dos años antes de que comenzaran los escándalos de corrupción en Italia, acudió a su despacho para pedirle un préstamo de 100 millones de liras (menos de 10 millones de pesetas), que él, aún sitiéndose "perplejo", hizo llegar a Di Pietro a través de un colaborador llamado Osvaldo Rocca.

Rocca, que hacia 1987 había establecido una amistad con Di Pietro que dura todavía, afirma -como Di Pietro- que el ex fiscal no pidió nunca el préstamo a Gorrini, sino al propio Rocca. Pero el amigo corrige luego la versión del ex fiscal cuando afirma que el dinero era de MAA, la empresa de seguros de Gorrini, aunque el prestatario no lo supo nunca.

El resto de la declaración de Rocca confirma todo lo dicho por Di Pietro y rechaza afirmaciones de Gorrini como que el ex fiscal devolvió el préstamo en efectivo, que se lucró con la reventa de un Mercedes casi regalado, según Gorrini, por MAA, o que intercedió para que esta empresa saldara las deudas de juego de Eleuterio Rea, jefe de la policía de la capital lombarda. Queda el hecho de que el ex fiscal devolvió el préstamo en la segunda mitad de 1994, poco antes de anunciar, en diciembre, que abandonaba la magistratura. Di Pietro ha afirmado ahora que aquella dimisión se debió precisamente a que sabía lo que se preparaba en su contra, y ello no ha dejado de sorprender.

El gran interrogante es quién indujo a Gorrini a acusar a Di Pietro mediante una declaración espontánea a los inspectores de Biondi, que alguien ha vuelto a sacar ahora del cajón para reanimar la historia. El propio abogado de Gorrini, poco feliz con la evolución de su cliente, se ha hecho públicamente esta pregunta sin encontrar respuesta.

Es evidente que toda esta historia, aireada hace dos años sin consecuencias por una revista de la derecha y que ahora se filtra a los diarios con declaraciones literales de testigos, no puede traer ningún beneficio a una magistratura asediada, pero que no ceja en su empeño por investigar a Berlusconi y sus empresas.

Con el mismo ahínco, y por comisiones ilegales derivadas de la construcción de un hospital, la fiscalía de Torre Anunziata, provincia de Nápoles, ordenó ayer el encarcelamiento de Antonio Gava, todopoderoso ex líder del gran centro democristiano y ministro del Interior del Gobierno socialista de Bettino Craxi. Gava estaba ya bajo arresto domiciliario y su estrella se encontraba hundida bajo otras acusaciones de corrupción y de asociación con la Camorra, la mafia napolitana.

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