28 MAYOEL DEPORTE A EXÁMEN

'La Peineta', reluciente; el polideportivo, agrietado

Un accesorio de peluquería con tufillo de pasodoble se erigió en protagonista de la Comunidad. El sueño olímpico de Madrid tomó cuerpo en La Peineta, el estadio de Canillejas, mientras la cancha del polideportivo de Boadilla del Monte se pudría por un error de cálculo notable: la calefacción del pabellón se colocó en el techo, la humedad se cargó el suelo.La Comunidad invirtió en los últimos 10 años cerca de 20.000 millones en construir polideportivos. Pero se olvidó de crear un marco legal que permitiera asignar fondos para su mantenimiento. En algunos pueblos como Cobeña, el coste de ...

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Un accesorio de peluquería con tufillo de pasodoble se erigió en protagonista de la Comunidad. El sueño olímpico de Madrid tomó cuerpo en La Peineta, el estadio de Canillejas, mientras la cancha del polideportivo de Boadilla del Monte se pudría por un error de cálculo notable: la calefacción del pabellón se colocó en el techo, la humedad se cargó el suelo.La Comunidad invirtió en los últimos 10 años cerca de 20.000 millones en construir polideportivos. Pero se olvidó de crear un marco legal que permitiera asignar fondos para su mantenimiento. En algunos pueblos como Cobeña, el coste de mantener el pabellón resultó ser superior al presupuesto municipal para el deporte. Mientras los socialistas edificaban nuevos complejos, los más viejos se iban pudriendo. En Gargantilla de Lozoya se jugaba al tenis sin red. En Valdemanco, las grietas se hacían paso en la pista de fútbol sala. El propio Jaime Lissavetzky, consejero de Educación, Cultura y Deporte, asumió hace un año que el próximo plan cuatrienal debería destinar fondos al mantenimiento de los polideportivos.

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Al estadio de la Comunidad, sin embargo, no le faltaron atenciones. El bebé olímpico nació un histórico 6 de septiembre de 1994. Javier Sotomayor y Colin Jackson, hombresrécord del Olimpo, se encargaron de darle lustre. Tres grandes marcas permitieron que el estadio, desde sus primeros pasos, reivindicara su plena condición de foro de la alta competición.

Pero La Peineta vio la luz con retraso. Jaime Lissavetzky anunció en febrero de 1988 que las obras terminarían a finales de 1989. En junio de 1992, los albañiles trabajaban sin que hubiera licencia municipal para las obras. Por el camino se enterraban 1.000 millones por los problemas surgidos en el proceso de cimentación.

La Peineta no ha podido escapar a las críticas. Un fuerte e incómodo viento barre las pistas durante el día. Y las instalaciones siguen estando infrautilizadas a pesar de los esfuerzos realizados por los gestores para dotar de vida a un estadio que sueña con unos juegos olímpicos. De hecho, desde el mes de enero el objetivo era situar a Madrid como sede de un mundial de atletismo en 1997 (pretensión fallida) o de unos juegos en 2008.

Los retrasos en las obras también afectaron al velódromo de Torrejón (financiado al 60% por la Comunidad), inaugurado por Joaquín Leguina en enero. En los nueve años que duraron los trabajos, no faltaron ni los corrimientos de tierras ni la quiebra de una de las empresas constructoras.

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Y las subidas de precios no fueron exclusivas del Ayuntamiento. La Comunidad incrementó el verano pasado un 4% sus tarifas deportivas. El chapuzón del jubilado pasó a costar 25 pesetas más (subió un 17%).

El plan de la Comunidad para recuperar el esquí a pesar de la sequía no funcionó por factores meteorológicos. Y eso que costó 1.000 millones. La temporada duró dos meses -de los seis previstos-. El nuevo telesilla (de 300 millones) apenas se utilizó.

Las organizaciones ecologistas, que siempre estuvieron en contra de los cañones de nieve, siguen reclamando actividades alternativas al esquí para la sierra de Guadarrama.

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