La Guardia Civil temía este golpe

La Guardia Civil ha demostrado tener buena información sobre los movimientos de ETA: desde hace varios meses temía que la banda secuestrase a un industrial para sanear sus finanzas y hacer frente a sus cuantiosos gastos.El secuestro de José María Aldaya confirma las sospechas de la Guardia Civil, que durante los últimos meses venía informando a Interior que las arcas de ETA estaban bajo mínimos, entre otras cosas porque un buen número de personas no cedían al chantaje. El Cuerpo Nacional de Policía mantenía, por el contrario, que la organización terrorista estaba económicamente bien por el cob...

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La Guardia Civil ha demostrado tener buena información sobre los movimientos de ETA: desde hace varios meses temía que la banda secuestrase a un industrial para sanear sus finanzas y hacer frente a sus cuantiosos gastos.El secuestro de José María Aldaya confirma las sospechas de la Guardia Civil, que durante los últimos meses venía informando a Interior que las arcas de ETA estaban bajo mínimos, entre otras cosas porque un buen número de personas no cedían al chantaje. El Cuerpo Nacional de Policía mantenía, por el contrario, que la organización terrorista estaba económicamente bien por el cobro del denominado impuesto revolucionario. Ambas posturas opuestas habían quedado de relieve en las reuniones conjuntas de ambos cuerpos.

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El instituto armado esgrimía el hecho de que ETA hubiera incrementado desde finales del año pasado su presión sobre empresarios vascos y andorranos, junto con el hecho de que "la inmensa mayoría" de los chantajeados se negaban a pagar. La policía, por su parte, razonaba que los últimos activistas detenidos tenían "más dinero del habitual".

La operación policial realizada el pasado noviembre en Tolón (Francia) reveló que el número dos de ETA, Félix Alberto López de la Calle, Mobutu, manejaba abundante documentación sobre posibles víctimas de secuestros y atentados. Hace tres meses, un mando de Interior vasco comentó que "el objetivo número uno" de ETA eran los empresarios, barajando que hubiera una acción contra uno de ellos.

El elegido ha sido Aldaya, de quien ETA sabía que era "un buen objetivo porque no tiene medidas de protección", según constaba en documentos incautados en 1991 a un comando. Tres de los miembros de éste, murieron por disparos de la Guardia Civil. Según Interior, Aldaya fue alertado, "como se hace siempre en estos casos".

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