Cartas al director

¡Bien por el inquisitorio!

Enterado por EL PAÍS del pasado 20 de abril de la intención de la ministra Alberdi de exportar la iniciativa del observatorio de la publicidad del Instituto de la Mujer a la UE, le sugiero que, antes, se dirija al Estado vaticano, que, a lo que parece, es el único empeñado en la misma o similares causas, a tenor de lo que, a su vez, cuenta EL PAÍS del 23 de abril.En cuanto a mí, he de confesar, avergonzado, que la actuación de tal institución, empeñada en vetar culos y tetas, me viene de perilla en la medida en que lo que me erotiza de verdad son los ojos de las mujeres: y como que ni siquiera...

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Enterado por EL PAÍS del pasado 20 de abril de la intención de la ministra Alberdi de exportar la iniciativa del observatorio de la publicidad del Instituto de la Mujer a la UE, le sugiero que, antes, se dirija al Estado vaticano, que, a lo que parece, es el único empeñado en la misma o similares causas, a tenor de lo que, a su vez, cuenta EL PAÍS del 23 de abril.En cuanto a mí, he de confesar, avergonzado, que la actuación de tal institución, empeñada en vetar culos y tetas, me viene de perilla en la medida en que lo que me erotiza de verdad son los ojos de las mujeres: y como que ni siquiera los más fanáticos islamistas se han visto con redaños para obligar a las mujeres a ocultarlos, y la publicidad rebosa de miradas femeninas, estoy, como quien dice, en la gloria.

En particular, me hacen subir por las paredes los ojos de ministras inteligentes, así que, por intermedio de esta carta, ruego a Alberdi que no me haga sufrir más y que oculte sus atractivos ojos tras unas gafas de sol, porque no voy a saber qué hacer con mis primarios e inconfesables instintos.

Por favor, no se lo cuente a las meritorias inquisidoras de su observatorio, porque como se aperciban de la extraña par tición que hacen del cuerpo de la mujer en zonas respetables y, por tanto, susceptibles de ser publicitadas (cabeza, orejas, pies) y no respetables (culo, pecho, pubis), acabarán dinamitando los pocos recursos imaginativos que, a este paso, nos van a dejar a los desgraciados y pecaminosos fetichistas de hoy día.-

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